CAPÍTULO XLVI
El hombre buscado.
Seguros podían estar los conspiradores, es decir,
los que se reunían en lugares sagrados para tratar
de un asesinato, que en último caso podría haber-
nos llevado á todos los extremos, menos á la pro-
clamación de don Carlos ó de sus descendientes.
Pero aun cuando hubiesen patentizado algo sus
designios, el Gobierno no lo hubiera visto ni oído.
Que por aquellos días se tuvieron noticias alar-
-mantes referentes al estado de Cuba y Puerto
Rico, únicos restos de nuestras pasadas grandezas
en América. Eo el ] 4 |
- Y como el honor nacional manda conservar E
- aquellos restos, siquiera sea como recuerdo de
- puestras glorias pasadas, para no volver jamás,
pues la política ha ocupado el puesto que antes E
= concedíamos al amor ál patria, y [no hay hom=