932 LOS MÁRTIRES ESPAÑOLES
Caminaba suelto, como el corneta, y llevaba al
lado un capellán, que le exhortaba constantemente
á bien morir.
Marchaba con paso firme, como aquel que no
teme 4 la muerte.
Llevaba el capote desabrochado, y pendiente
del cuello un escapulario, que besaba de vez en
cuando,
Cuando di á lo alto de la Cuesta de Santa
Bárbara, dijo apellán:
— ¡Por ali parade usted respirar.
Hizo alto y lanzó un profundo suspiro.
Pero tan angustioso, que, hizo EURO en los
ojos de los oyentes lágrimas de dolor
Después, y fijándose en el ontbiaora que había
en la garita de la puerta del Saladero, le dijo:
—Aprende y guárdate, compañero. La Ordenan-
za es implacable...
Iba 4 retail hablando; pero el
man daba la escolta no se lo consintió.
Y la triste comitiva siguió su marcha.
El rita joven también y de pequeña estatu-
“ra, llevaba la cabeza hundida en el pecho.
Su actitud, su modo de andar, todo indicaba
- arrepentimiento y contrición.
] Pero no miedo á morir.
Los reos políticos van al patíbulo de modo dife-
rente á los criminales. |
Y consiste en que, como la conciencia no ator-
menta á los primeros, se creen víctimas.