962 LOS MÁRTIRES ESPAÑOLES
— Y eso, ¿qué importa? |
-—-—Importa mucho, porque ella tampoco me ama.
—Os corresponde,
—O yo á ella.
—«¿Estáis seguro de haber sido para ella buen es-
poso, esposo verdadero, siquiera una vez?
——Seguro. .. !
-— —¿Estudiásteis sus tendencias, su naturaleza y su
carácter?
No.
—Pues entonces, ¿cómo inrceaiidis que os ame?
La mujer que se mira tratada de cualquier mo-
do, por buenos sentimientos que tenga, por más
virtudes que atesore, comienza por llorar su des-
- gracia y termina por aborrecer al causante de su
infelicidad. La mujer es siempre lo que quiere su
marido, si éste la estudia y la comprende; y es... lo
- que el demonio ordena, si se mira abandonada y
_menospreciada.
-—La culpa es de ella...
—La culpa es vuestra.
—¡Que tí digáis!
—.Despreciásteis su mano cuando ella se resig-
naba á otorgaros palabra de esposa. Esto solo de-
bía haber bastado para que os odiara. Después, y
hasta que obtuvísteis el consentimiento de Monte-
dE molía, ni aun en la corte quisísteis estar... Más
- tarde, y como aquel que dispensa una gracia, os
-— 'buísteis á ella en nudo santo, según las prácticas”
al la Iglesia Católica. . pero, en realidad, como la