Full text: Tomo 2 (002)

966 LOS MÁRTIRES ESPAÑOLES 
- Cia del Consejo de Ministros quien ya había sido 
en España cuanto puede codiciar aquel que no na- 
ció en dorados salones, 
Al efecto, y después de haberse dado ¿4 conocer 
de Espartero, hubo de decirle: 
—Ningún buen liberal pone en duda la lealtad 
y la constancia del duque de la Villa, pero to- 
dos deploramos que hombre de tanta valía, que el 
único ARES del cual podemos fiarnos, se aferre: 
en vivir retraído y lejos de sus amigos. 
—Tengo razones... 
—Ya lo supongo; mas por lo. mismo que todos 
las ignoramos, mal podemos comprenderlas ni ca- 
llar nuestras quejas. No significa esto ni que desea- 
mos obligaros á decir lo que no juzguéis conve» 
niente, ni que pongamos en tela de juicio vuestra 
conducta. Nadie os pide explicaciones; no tenemos: 
derecho á ello... pero sí lo tenemos para sentir en 
el alma que sigáis, quizás contra vuestro deseo, ca- 
mino que tanto nos perjudica. 
—Posible es que yo deplore tanto ó más que mis 
buenos amigos la situación en que me encuentro 
colocado, 
- ——Cuando vos lo decís... 
-—Yo no puedo sublevarme: no lo hice en toda 
mi vida... y como ni me llaman ni me llamarán 
_Ínterin no llegue un gran peligro, me limito á es- 
perar. Sólo saldría de mi casa sin que me llama- 
ran, al ver que el trono vacilaba; que obligado es- 
toy, quizás más que otro alguno, á sostener en el 
 
	        
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