LOS MÁRTIRES ESPAÑOLES 971
Y fué á ¿otro lado.
- Cerca de medio día invirtió en buscar lo que de-
_seaba, sin encontrarlo.
Entonces decidió ir al Rastro la mañana siguien-
te, donde, como domingo, era fácil que no viera
defraudádas sus esperanzas.
- Así fué: con poco trabajo, con menos del que
pudo pensar, encontró y adquirió un puñal que
reunía las condiciones apetecidas.
Estaba sucio, mohoso.
Pero él lo] limpió perfectamente, le dió filo y
punta, y hecho esto lo puso á prueba.
—¿Qué resistencia puede oponer el cuerpo hu-
mano?-—se preguntó.
Y después de un momento, dijo:
—La carne, poca; pero los vestidos de una reina.
dicen que son «como una tabla».
Empuñó el arma al decir esto, y dirigiéndose 2
una puerta, la esgrimió contra un tablero. ]
El puñal asomó por el otro lado.
Merino sonrió al ver los resultados.
Que estaba seguro de la energía de su brazo y |
del temple del puñal. | po |
Mientras tanto, andaban desesperados los cons-
piradores de sacristía, pues no habían vuelto á ver.
á Merino ni sabían cosa alguna de lo eS tuviera
dispuesto.
Cuantos recados Mstaron á su ] Casa, ya para que.
asistiera ú una misa mayor, qa á un asis fue-
ron inútiles. | ci
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