— Personalmente no, capitan; pero como aho-
ra sé donde viven, adivino quiénes son; he oido
hablar bastante de la mas alta.
, Como para el barquero son los mejores salmo-
-—heslos mas grandes, se le figura que sucede lo
mismo con las mujeres, y por eso sin duda se ha
| fijado en Gwen.
' ——— Elcapitan se sonrie y continúa su interroga-
torio.
— ¿Qué habeis oido decir de ella?
—(Que es muy arregladita, aunque sumamente
aficionada á las excursiones campestres, bien
sean de caza Ó de pesca.
Elcapitan de húsares ha estado bastante tiempo
en Hereford para saber que se llama arregladita á
una mujer de ejemplar conducta. En cuanto á lo
de ser aficionada á las excursiones terrestres ó
acuáticas, ya lo ha reconocido en el rio.
Sin embargo, llámale una cosa la atencion, y
es que el barquero no conozca á todos cuantos
residen en las orillas, al menos en doce millas á
la redonda, por arriba y abajo.
—¿Cómo es, Wingate, pregunta, que viviendo
solo á una legua de aqui, no conoceis á toda esta
gente?
' El capitan no sabe que Wingate, aunque naci-
do en las orillas del Wye, segun ha dicho, es
comparativamente extranjero en las aguas me-
dias, pues él vió la luz en el condado de Brecon.
— Bien se ve, dice el barquero, que no cono-
ceis mucho el rio. Pues sabed, capitan, que se
contornea y revuelve de tal modo, que aquellos
que viven separados solo por la distancia de una
milla se conocen tan poco como si se hallasen á
diez. Esto consiste en haber muy pocos pueblos
y estar muy lejos unos de otros. Cierto que tene-
mos los botes; pero la gente no los aprovecha,
por poco que pueda evitarlo, particularmente las
| Mujeres, pues ven que siempre hay algun peli-
gro, sobre todo durante las avenidas, que-son
frecuentes asi en invierno como en verano.
/ Laexplicacion parece razonable, y satisfecho
con ella, Ryecroft se entrega de nuevo á sus
| reflexiones, las cuales interrumpe al fijar la vista
en una casa de antigua estructura, edificada con
piedra y madera, y que se eleva á cierta distan-
Cia en la orilla del rio. Ya le ha llamado antes la
atencion; pero ahora excita mas su curiosidad, y
pregunta á Wingate:
— ¿De quién es esa casa?
—De un tal Murdock.
— ¡Extraño domicilio!
. ._—Tanto como su amo, si es verdad lo que de
él dicen.
—¡Ah! ¿tiene algun carácter ese Murdock ?
—Si, capitan ; y muy particular.
- —— ¿En qué sentido ?
— En mas de uno, en muchos.
— Especificad al menos.
— Comenzaré por deciros que se distingue por
| Una Cosa.
+ —= ¿Por cuál ?
O ecc cen mic jc
de
y — Por su costumbre de estar casi siempre com-
/ — Pletamente borracho; en tal estado le he visto -
Muchas veces.
— Eso es censurable en el señor Murdock.
— Lo es, y mucho, capitan ; pero aun no pa-
teceria tanto si no fuese por el sitio que fre-
lenta para beber.
| — ¿Qué sitio es ese?
| —Uno que se titula «El Arpa Irlandesa,»
“erca del Embarcadero del Ladron.
— ¿El Embarcadero del Ladron ? ¡Vaya un
— BOmbre extraño! ¿Qué lugar es ese? Si el nom-
l re es apropiado, paróceme que no convendrá
Visitarle. e
— Pues yo os aseguro que le viene como de
Molde , aunque no creo que al principio le tuvie-
Ya. Se halla á unas dos millas de aquí, y además
GWEN WEEN Ó LA HEREDERA. 19
de la taberna hay algunas casuchas diseminadas,
una pequeña capilla y un establecimiento de
bebidas. Parece que allí se llevan muchos objetos
robados, y que no falta quien los admita en vez
de moneda. Aquello es un verdadero nido de za-
pateros, por no decir de ladrones, y cuéntanse
no pocos que han estado en presidio.
— ¡Vaya , vaya! Wingate, me asombra lo que
decis. Yo creia que vuestras orillas del Wye eran
una especie de Arcadia, donde se hallaban solo
la inocencia y sencillez primitivas.
— Pues lo que es eso no lo encontrareis en el
Embarcadero del Ladron; allí no hay ningun
inocente. Ni aun los habitantes del bosque de
Bean podrian igualarles en perversidad; estos
últimos son malos cuando se emborrachan ; pero
los otros necesitan la bebida para cometer toda
clase de iniquidades.
—Lo extraño es que haya allí una capilla;
esto deberia ser bastante para que se enmen- -
daran.
— Pues no sucede así; en aquel lugar no se
reconoce un Dios ni una religion. En aquellos -
alrededores vive tambien cierto escribano fran-
cés, segun dicen, que me parece hombre sospe-
choso. Á mí me produjo mala impresion la pri-
mera vez que le encontré. el:
— ¿Notasteis acaso alguna cosa
en él ?
— No podria decirlo ; tiene para mi un no sé
qué de particular que no acierto á explicarme,
aunque tambien es verdad que tengo un carácter
naturalmente desconfiado. A ese hombre se le vé
en todas partes, hasta en los mas apartados sen-
deros, y á veces oculto detrás de algun matorral,
como el gato que acecha un pájaro; parece un
espíritu que se presenta donde menos se le es-
pera. Para mí no es sino un espía, y de los mas
temibles. ¡Ah!..... no; rectifico; aun conozco
otro peor que él; es otra clase de hombre, pero
siempre van juntos.
—¿Quién es el otro? 5
—Dick Dempsey, conocido tambien con el
nombre de Coracle Dick.
—¡Ah! ¡Coracle Dick! Parece que ese hombre
ocupa mucho vuestro pensamiento, Wingate, y
que os inspira gran antipatia. ¿Qué clase de
hombre es?
—El mas condenado charlatan y embustero
que recorre las orillas del Wye, desde Plinlim-
mon hasta el canal de Bristol. Bien conocido es
además entre los rateros; es hombre muy aficio-
nado tambien á la pesca, pero él no se contenta.
con salmones; tiene por costumbre apropiarse
todo cuanto le cae bajo la mano. +. e
El jóven barquero habla con tanta marcada
hostilidad contra el escribano y Coracle Dick, que
el capitan sospecha que no le anima solo una pre-
ocupacion, sino que tiene algun motivo podero-
so para ser enemigo de aquellos dos hombres;
pero como no le importa averiguarlo, al menos
por el momento, vuelve á tocar el primer asunto
repulsiva
de la conversacion.
—Nos hemos apartado de nuestro anterior diá-
logo, Wingate, dice el capitan; hablábamos de la
costumbre que tiene de embriagarse el dueño de
esa casa. pr
—Pues precisamente se relaciona esto tambisn
con el mismo asunto, puesto que el tal Murdock
es intimo amigo del escribano, asi como tambien
su señora.
—¿Con que Murdock es casado?
—Yo no lo aseguro, ni menos lo juraria; pero
así lo dicen; lo único que sé es que vive con una
mujer, á quien consideran como su esposa. Tam-
bien es un personaje particular.
— ¿Por qué.
—Porque no es como las demás mujeres que
veo por aquí.