Full text: La granja del desierto

  
  
  
  
LA GRANÍA DEL DESIERTO. 91 
Próximo. El buey conservaba aun sus riendas, 
Y Por temor de que se desviase del camino, le ata- 
MOS.Á4 una rama á fin de llevárnosle á nuestro 
regreso. 
»Ibamos á dejarle, cuando pensé que si tuviese 
SOlO una poca de agua, podria, ayudado por el 
caballo, arrastrar la galera hasta la montaña. ¡Qué 
agradable sorpresa seria para María, vernos vol- 
ver con el buey, la galera y todo lo demás; es 
gcir, no solo llevando los abrigos sino tambien 
08 vasos, las jofainas, la batería de cocina, y 
además nuestro café y todas las provisiones en- 
Cerradas en nuestro gran cofre! ¡Ah qué alegría! 
OMuniqué mi pensamiento á Cudjo. Mi compa- 
  
  
  
ñero lo aprobó al instante, y lo consideró muy 
practicable. Llevábamos con nosotros la vasija 
de estaño llena de agua fresca sacada del arroyo; 
pero tenia la boca muy estrecha y el buey no 
podia beber. 
—»Esperad, amo Roff, dijo Cudjo: cuando 
estar en la galera, nosotros tomar el cubo caldero. 
»Aquel muchacho grande reia al pensar en el 
bien que íbamos á proporcionar á su ama al 
volver junto á ella. 
»Sin discutir mas, desatamos las riendas del 
sauce y condujimos el buey á la galera. No mon- 
tamos en el caballo, pensando que harto tendria 
que hacer arrastrando su parte de carga. 
SE 
SN ÓN 
Z=]W NANA 
PD 
Hoarry mata un antílope pronghorn. 
apuincontramos todo lo que habiamos dejado; 
ha npulchos lobos de gran tamaño rondaban por 
¿ y mediaciones, y sin duda alguna su vista 
levan > asustando al buey, le dió fuerzas para 
a arse y dejar aquel sitio. 
leva rr en el caldero el agua que habiamos 
Una sol y la dimos al buey, que la bebió sin dejar 
ina a gota, lamiendo las paredes y el fondo 
ida enel hasta que la dejó seca. Uncimos en se- 
DOS Pre dos animales, y sin ninguna dificultad 
ela Igimos hácia nuestro pequeño campamento 
Montaña. 
lay. Miamos por guia el fuego que veíamos bri- 
» “omo un faro en medio de la sombra de las 
  
alturas. Aquella llama ejercia la mas grata in- 
fluencia en el espíritu de mi compañero y sobre el 
mio tambien: hasta el caballo y el buey, que pa- 
recian comprender que se acercaba el término del 
viaje, apretaban el paso para llegar mas pronto. 
» Ya no estábamos á mas de un kilómetro, 
cuando oí resonar un tiro de carabina en medio 
de las rocas. Me estremecí de miedo. María y los 
niños habian sido atacados por los indios ó tal 
vez por un animal salvaje, por un oso gris!... 
» No titubeé ni un solo instante y me precipité 
hácia adelante dejando á Cudjo con la galera. 
Tomé mis pistolas, y durante mi carrera las pre- 
paré para poder disparar, procurando percibir el 
| 4 
 
	        
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.