EL VALLE DE LA VÍRGEN. 17
Hasta me parecia ver agitarse el ligero bozo
que adornaba el labio de la jóven bajo el hálito
lnfecto del feroz reptil.
Al cabo de algunos minutos el animal comenzó
á balancear continuamente su cabeza de derecha
Izquierda, dejando escapar de cuando en cuando
Un ligero silbido, y los cuernos que de ella sobre-
salian dábanle un aspecto mas terrible. Algunas
veces sacaba fuera su hendida lengua, que brillaba
los rayos del sol como un rubi.
Parecia que el reptil miraba á la víctima con
£sa mirada que le es peculiar, que fascina y causa
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la muerte. Hasta me parecia que los labios de la
jóven se estremecian, y que su cabezá se balan-
ceaba siguiendo las oscilaciones de la serpiente.
Asistia á este espectáculo sin poder intervenir
en él. Mi alma estaba encadenada como mi cuer-
po; y aunque hubiese estado libre, me guardaria
bien de hacer el menor movimiento.
Yo sabia que la única esperanza de salvacion
era el silencio. La serpiente no muerde sino cuan-
do se la persigue. Pero... ¿no estaria ocupada en
aquel momento en destilar de sus labios el mortal
veneno?
La serpiente venenosa (la cobra di capello de America) .
a
¡Oh! cielos, exclamé en el colmo del terror,
atanás mismo! ¡ahora se mueve!... ¡avanza
e ella! no... todavia no... está tranquila. ¡Des-
a Pre ella tiembla... la hamaca se mueve. . la
y MASCINacion la embriaga. ¡Ah!.....
soy A aquel instante sonó un disparo; y ví que la
di ¿Diente dobló la cabeza hácia atrás, se despren-
lor de la liana y cayó pesadamente en tierra re-
Ciéndose de dolor.
y Sa continuo las jóvenes se despertaron, lan-
A Un grito y saltaron de la hamaca.
ha vez en el suelo se cogieron de las manos y
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llenas de terror desaparecieron del sitio de la es-
cena.
Algunos hombres atraidos por la detonacion,
echaron mano de sus sables y con ellos remataron
la serpiente. Uno de los recien venidos, que se
quedó examinando el reptil, exclamó:
—¡Caracoles! ¡tiene un agujero en la cabeza!
Ha sido atravesada por una bala.
Momentos despues, cinco ó seis guerrilleros pe-
netraron en nuestra prision gritando:
— ¿Quién de vosotros ha tirado?
—¿Qué diablos decis? contestó bruscamente
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