EL PAN DE LOS POBRES '
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lo sOy también, y que los pergaminos,
Eunque muy limpios, que heredé de mis
Mayores son para mí de tan poca impor-
tencia, que los'trocaría sin pena por la
dl de un hombre de bien como us-
el .
Rafael SES 154 brazos buscando
Mano que el conde le dió, estrechóla
$ agradecimiento, y ex xhalando Un pro:
«unbdo suspiro, _sijo:
Í Robles,
Que pasan el tiempo apurando los goces
de la vida. Conozco que entre ellos, como.
todas las cosas de este mundo, habrá
cepciones; pero yo he conocido uno qUe
Eh Se desgracia de
1 peo
Ana eta bastantes discípul 08;
¿aballero, son. Por lo ge
una mila de seres desocupados: “bajo y la modestia, preferida” a todo el
nilia, que ul.
boa hi do
h muenzó. a
tranquilizarla, asegurándole que no te-
_bía nada; pero no se engaña. lan ¿Pe ci
uvo Me la: paz. del hogar q |
a, TA mente a una madre, .
sq.
sin dejamos otro patrimonio que la hon» +
rada base de todas las 'acciones de su
vida y una educación" musical, pues mi
_ hermana Anita, de edad de veinte años
entonces,
plano.
era una gran profesora: de
Yo por mi ad músico también, CO»
menzaba a ser útil a mi pobre madre,
ganaba
lo suficiente para vivir con modestia.
Disfrutábamos de esa paz ¡Mja del'tra-
esplendor del mundo, cuando mi buena
madre Comenzó a notar que Anita llora-
bá con frecuencia, que comía poco, y que
los frescos y puros colores de: $us ra
, las iban desapareciendo. ES
Como era natural, , mi buena madre CO-
Ínguie: arse. Ana. procuraba
Yo mientra 1s tanto dute ds por-
que privado del precioso don de la vista,
sólo escuchaba. durante 1 ni eterna noche
¿ a los. ÓN de. Una! y. dos OS de la
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