Full text: Tomo 1 (001)

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—El marqués de Bonato es muy pere- 
zoso—contestó Núñez— y trasnocha mu- 
cho: no confío nunca cuando me da una 
cita. ¡Es tan informal!... 
—Será reconvenido por su falta de pun- 
tualidad—dijo Margarita. 
—Apuesto a que Luis de Nestal habrá 
sido más exacto—dijo don Bernardo. 
—Ese conoce el trabajo, y tiene la bue- 
na costumbre de madrugar. 
—Verdaderamente todo esto es muy 
bello—excláamó Clotilde—: yo tengo de- 
seos de vera los protegidos de usted, 
Carlos. +61 
—Como los pájaros, 
parte del día en e 
toda cuanta libertad quieren. 
2 —¿Y cuándo veremos el estableci- 
miento? 7, : beis de 
_—Cuando ustedes gusten. 
—Pascemos mientras llegan esos cala: 
veras por el jardín—repuso Alamen—; de 
pasan la mayor 
ese modo no daremos tan:o que hacer al. 
conde. oa : 
-Oyóse el ruido de un coche que se dete- 
nía delante de la verja. 
-—Ahí están—dijo Carlos. : 
Y efectivamente, Luis de Nestal y Bo- 
nato aparecieron al extremo de la calle 
de árboles. : Ma > 
“ Carlos sacó del bolsillo un silbato de 
plata parecido a los que usan los contra. 
maestros de los buques, y se lo aplicó a 
los labios. pe E PA 
—¡Hola! ¿Se nos recibe a silbidos?—gri- 
tó Bonato. Pt NE AA pe y : 
.  —Bien lo merece. usted-—dijo Marga- 
rita. Dr a TO if 
' una señal para llame 
a mi servicio, Y 
gunas órdenes. 
Los convidados y los dueños de la Ca- 
sa formaban un grupo en medio de la. 
calle que conduc 
cuya puerta apare u us 
ni «marino; y a zando hasta donde 
nedó cuadrado Co- 
ra órdenes delas. 
FOLLETIN DE EL MERCANTIL VALENCIANO 
| jardín: les concedo 
encamine. 
eso, amigo mío. Esto no es 
ra llamar a un 
, al establecimiento, en 
an Muro en tra- 
a 
mientras nosotros damos un paseo pot 
el jardín y nos entretenemos en el estan- 
que, el tiro de pistola y el billar, que se 
reúnan en el comedor los huéspedes de 
casa y que almuercen: no es justo que 
les privemos “de sus costumbres. : 
Juan, sin desplegar los labios, giró SO: 
bre sus talones y se dirigió hacia la casd, 
—¡Qué hombre tan original! —dijo Clo- 
de. 
—Es un pobre marino que recogí en 
Africa, uno de esos infelices náufragos 
que el mar arroja sobre las playas, 
- —Diga usted más bien medio paufra- 
go—exclamó el marqués de Bonato. 
—Efectivamente, ha perdido mucha 
parte de su cuerpo, Juan Muro es un 
hombre de historia inverosímil, : 
Al oír este nombre, Alamen se estre» 
meció. TOS 
Carlos advirtió el estremecimiento del: 
banquero. | : ; 
_ —¿Conque adónde nos dirigimos?—pre- 
-gunió el conde de San Pablo. 
-—¿No es usted nuestro cicerone?—dijo 
Margarita—. Iremos adonde usted 108 
— Entonces vamos al estanque; desde 
alí al tiro de pistola... pues antes de en 
trar en el establecimiento creo del caso 
- que almorcemos. e ; 
Perfectamente: en los días de camp 
el almuerzo debe ser lo esencial—exclamó 
Bonato—. Me gusta.mucho contemplar la 
Naturaleza con el estómago lleno, 
—Entonces en marcha. : 
Luis de Nestal dió el brazo a la conde” 
sa, Bonato a Margarita, y Carlos a Cl 
a o A UI 
Don Bernardo y don Jaime siguiero 
detrás hablando de negocios, aunque NU 
ñiez obsérvó que Alamen padecía de vez 
en cuando algunas straccione 
llamaban la atención, atribuyén: 
«duda a algún mal negoci 
Junto al estanque se hall ban u 
y un niño jugando sl volable. 
 
	        
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