CAPÍTULO IV
enero
EL CAFE HELVETICO
: Berta: tua iajasti
café. Helvético. DO.
ed
a algunas lí.
eli: rolvidables veladas,
nO volver. de :
- Pronto daré a luz una colécción
queñas novelas, en una de las cuales me
que pasaron para
¿cupo detenidamente. del café Helvético,
antes
qe. Y
me
qe Santa Ana, pe -e-e «mentidero»
EN ave
al ocuparme del :
porque en él, cd donde mi vida «bo-
hemia», han transcurri do pará mí gratas.
_do« literatos y
2 de pe- pára.
hd 2 e :
"10 aba dao n po por har cd:
- chan tenazmente, sin más armas que el.
:Eenio; la fuerza de vo Jedi don y le esp pel
. CARA»,
aquel centro de hombres jóvenes
colocadas la una enf rente de la otrá.
Llamábase la de la derecha el Senado;
la de la izquierda, el Congreso
m las mezas “del «Senar
políticos de alta tallas
hombres: eminentes que se reunían allí
recordar durante un par de horas
los tiempos de la juventud que pasan y
no vuelven, y olvidar los disgustos pre-
Tomaban café e
- sentes, las amarguras de su posición, lo3
saetazos de la envidia y la maledicencia,
tan propios en este país donde todo es-
5 paño! tiene algo del corregidor de Almas
> alar las ;
gro, que pensando, en los cuida dos. ajenos
se olvida de los suyos, que ocupándose
. del vecino se muere de hambre, y en dol».
de el elevarse con el talento y la perse-
verancia es un «crimen», como, lo es asi.
mismo: llevar la cami: sa peca y Alas
po $
ria, que
anza;
“Reinal ba, pues, entire: este Cong 'e80 y e8
te senado del café Helvético una armo
admirable, una franqueza tan «rep
que' nadie hubiera dicho que |
pb no cab ida E da a