EL PAN DE LOS POBRES.
Sentir —; aquí te presento a nuestro
Vecino, que viene a pasar la velada con
HOSOtros,
—En lo que tengo un verdadero pla- :
er, porque nada envidio tanto como
estas sencillas reuniones de familia,
'—¿Usted no la tiene,
Preguntó doña Agueda,
—¡Ah,. señora! Yo soy una especie de
vas 30 humano qUe vive
caballero? a
sabs solo...
Ni conocí a mi madre: m:urió cuando
yo contaba tres años, Después, mi vida
ha sido una serie de aventuras que n1
siquiera me han dejado tiempo para Ca-
sarme.. :
Antonio dirigió una riradá de inteli-
gencia a Juan Muro, y éste le tranqui-
lizó con un movimiento de ojos,
Juan se sentó cerca de la butaca de
doña Agueda, después de estrechar la
“mano de Luis y saludar a Leoncia,