Full text: Tomo 1 (001)

  
EL PAN DE LOS POBRES 
—Lo soy en esa parte, 
: ES qué sacamos en coX esuendia que 
-£l ilustre y millonario conde de San Pa- 
blo tiene penas?-—exclamó el marqués. 
“¿Y quién no las tiene? Aunque debo 
Confesdy que también disiruto algunos 
at en esta Sr yO no soy, como us- 
ted, narqués: confieso que la cosa más 
peque eña me Inarembn., 
o “Lo que es una desgracia, 
?=0 una fortuna. 
—Veo que' pensamos de di E la modo; 
Y en ese caso, aconsejaría a usted, que- 
I:do conde, que no se ena Pp DUNCA. 
¿1 Eo es para mí un sentimiento 
del alma 
eS ero bastardearlo. jamás. 
—Cómo' yo, ¿ho es verdad? : 
- —Juzgo mis acciones, y deje: 4 Cuida 
do de juzgar las ajenas a la conciencia 
 —¿Persiste usted aun? 
Y persistigo PA 
tan grande, tan puro, que no: 
E 
Y el conde, a quien sin duda iba dis- 
gustando aquella reunión de insustan- 
ciales libertinos, sacó el reloj y dijo: 
—¡Diantrel Señores, me quedan muy, 
pocos minutos de permanecer aquí, Pido, 
pues, que me sirvan una taza de café, y, 
voy a tener el sentimiento de ausentarme, 
—LEspero que a última hora tendremos 
el gusto de ver a usted en 108 salones del 
banquero Alamen, 
—No faltaré, dl ? 
—Yo, señores, tengo” que ir a buscar 
a mi esposa—dijo Núñez, , 
—¡Bah! Irá sola sia. las once no has 
ido por ella—repuso el merqués--. Mar- 
garita no falta nunc a, y? Las srándes I8- 
uniones. oa E | 
Poco después, Ad e de dan Pablo 
salía de la fonda, de As adonde 
- quedaban de 
de banquete, 
Sus compañeros 
 
	        
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