Full text: Tomo 2 (002)

: + 
100 
FOLLETIN DE EL MERCANTIL VALENDIANO, 
  
nora por más que se busca con afán ese 
precioso metal. 
—¿Es usted también desgraciado? 
Como todo el que ambiciona un jm- 
posible, 
—Es verdad; el deseo no es otra. cosa 
fue el desgastador de la vida. . 
Aquí Margarita volvió a mirar a An- 
tonio con tal ternura, que el joven $6. 
decidió a dirigirle esta pregunta bajando 
la vOZzi pa A 
 ——¿Sufre usted, señora? 
Los labios de Margarita se entreabrie. 
ron para dejar paso a una sonrisa me- 
lancólica. : 
-—¿Qué otra cosa puede suceder a la 
mujer que se encuentra en mis circuns- 
tancias? Mis padres creyeron que la 1e- 
licidad consistía en el dinero... 
- “Antonio comprendió lo que quería Je- 
- cirley pero un movimiento de ojos de 
“Margarita le indicó que tuviera pruden- 
cia, pues no estaban solos, 
En este momerto $e levanté el telón. 
“Antonio se despidió de Margarita, ad- 
'virtiendo al estrecharle la mano que $e 
estremecía. | e 
“Durante él intermedio del segundo ac 
to, Antonio subió al palco. 
Entonces la conversación se basó en el 
triunfo que aquella noche aleanzaba Ju- 
A RS 
Las palabras se ocupaban del cálebre 
actor; los ójos, de sus corazones. 
- Cuando se despidió al comenzar el ac 
lo tercero, Antonio estrechó la Mano de 
Margarita; pero ésta advirtió que depo- 
sitaba disimuladamente un pequeño par 
pel entre las suyas: * “ e 
Sin conmoverse, sin que lo advirtiera» 
la doncella que se hallaba en el fondo 
del pálco, guardó el papel en el bolsillo. 
Una: hora después, al,encerrarse en su 
dormitorio, sacó el papel que le había 
dado Antonio. 
Estaba escrito con lápiz; era una hojd 
- de la cartera, : 1 
Decía así: 
«Usted sufre, Margarita... y es tanto 
el interés que me inspira, que me atrevo 
a suplicarle me conceda una entrevista, 
pues sería para mí una gran felicidad 
el merecer su confianzá; haciéndome de- 
_positario de sus penas, porque entoncéd 
yo podría a mi vez confiarle las mías. 
Mañana por la noche, y por el mismo 
conducto que yo he empleado, espero que 
me indicará usted el modo de que poda- 
mos hablar sin testigos. 
¡Qué largo va a parecerme el tiempol=. 
Antonio.» | 
- Margarita, después de leer la carta, $0 
sonrió, y mientrasela quemaba a la 1uZ. 
de la bujía, dijo hablando consigo mis- 
ma: Pa ME 
¡Pobre chico! ¡Tiene el corazón en la 
mano. ¡Ah! ¡Quién sabe si algún día po- 
drá serme útill cad ed 
Y se acostó, pensando en el divorció 
propuesto aquella mañana a su espuso. 
 
	        
© 2007 - | IAI SPK
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.