be
—¡Ah! ¿Según eso, mi marido conoce
la sensibilidad?... /
—Señora, don Jaime es un hombre
honrado y pundonoroso; y un divorcio,
cuando no hay motivo, es siempre des-
agradable. RE
_—Será lo que ustedes quieran; pero es
indispensable. : ; :
Bermúdez comprendió que Margarita
se hallaba firmemente resuelta a sepa-
_ rarse de su marido. Sin embargo, creyó
que su deber le ponía en el caso de 10-
sistir. ¿ E lí pa
—Usted es aun muy joven, señora, y
espero que mé dispense si con la autorl-
dad que me conceden los años y el cono-
cimiento del mundo, me atrevó a darie
álgunos consejos. Ei e
—Trabajo inútil, amigo mío. Cuando
tomo una resolución, la llevo a cabo Sin
vacilar. Además, entre, mi marido y yo
está' completamente convenido el divor-.
cio, Usted aquí sólo viene a convenir
conmigo las condiciones. :
4
—Sea como usted qu
Bermúdez exhalando. un suspiro. :
—Quiero que conste que desde maña-
na, tanto mi-esposo como yo, seremos li-
bres de hacer 'cuanto nos dé la gana, sin
que ni uno ni otro tenga intervención ni
parte en las» acciones de cada uno. Más
* claro: él mandará en su persona, yo en
la mía. Al firmar el contrato Se me en-
tregarán cien mil duros, toda mi ropa
“y. mis alhajas. -. E
—Usted sabe, señora, que si bien en la
carta de dote figura esa cantidad, don
Jaime nada percibió del padre de usted.
- —Yo no sé nada, caballero—contestó
con energía Margarita—; y supongo que
—Yo no sí
no vendrá usted encargado por Núñez
de regatear el dote q;
je 1 B0 GU miento que se: halla us-
- ted dispuesta, a NO / r un pi
es bastan oleroso Pp:
después de la ensible pér
- ¡perimentado.
“7 —Nada tengo que ver con
quiere devolverme mi dote,
mos; Yo expondré ante los t
azones que tengo para ped
cio. Si llegamos a ese terreno culp
será, y le prometo que se ha de a,
dee a
escándalo, señora -_ aña-
ese halla poco menos que
o; pero ya que usted no quiero.
1]
iera, — Murmuró
que me pertenece.
—FOLLETIN DE EL MERCANTIL VALENCIANO
ceder, y se halla resuelta a pedirle una *
cantidad que usted sabe no entregó, yO.
soy el primero que le aconsejaré, aun-
que mi consejo le deje en la mayor mi-
seria, que entregue esos dos millones Y
que termine tan enojoso asunto.
Y levantándose con la gravedad del
hombre que pone fin a una escéna que le.
repugna, continuó:
——Mañana a las doce vendrán aquí el
“notario y los testigos para firmar los do-
.cumentos necesarios, y entregará a usted
don Jaime
Núñez los cien mil duros.
¡Dios quiera que después de este pasos:
que yo califico de imprudente, sea usted
todo lo dichosa que deseo!
—Gracias, caballero. Mas si sucede 10
contrario, no espere usted que le impor.
tune con mis lágrimas. :
—Yo por mi parte siempre tendré un.
placer, en serle SiN :
' Bermúdez saludó, y salió del gabinete.
“murmurando para su capote:
—Después de todo, me alegro "que el
pobre Núñez se separe de esta serpiente.
con faldas de seda y rostro de ángel.
pa : ¿e se. ae ... e... o... ... ... ON
E eE ¿ Poca a
Ser qee. 7 Le VENA AA EAN ..s au.
- Don Jaime se hallaba en su despach0
esperando a Bermúdez. SACA
“Cuando le vió entrar, exclamó: AN
- —¿Me trae usted buenas noticias? ¿De
siste de su incalificable capricho? . "2
Bermúdez, que por respeto al sexo ha-
bía sufrido todas las impertinencias de
Margarita, viéndose solo con don Jaime»,
a quien no tenía necesidad de guardal'
consideraciones, exclamó con acento des-
CM A ne
—¡Desistir! ¡Ya baja! Su señora de us*
ted es una víbora, una pantera, un an
mal feroz. Si me hubiera cabido en e
te por esposa, se la hubiera reg;
- gratis al primer transeúnte.
— ¡Señor Bermúdez!
—De buena gana le hubiera encajadO
“cuatro cachetes... En fin, amigó mío, d0?
a usted la enhorabuena, Mañana a las
doce se firmará, el divorcio, y entregaró
“usted cien mil duros, por lo que eN
la más cordial-enhorabuena,
¿Luego no se aviene? Pod
y S Ey
-TDe lo que debe usted alegrarse. NU”
- ca se habrán empleado mejor dos mil
nes, Créame usted, don Jaime; separál
- dose de doña Margarita, hace usted Y
o |
- —¡Es que yo no podré vivir sin el
xclamó don Jaime Jlevándose las
hos al rostr