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CAPITULO IX
EL AUTO DE FE
“Carlos de San Pablo calculó que Ana a
se había dirigido al Asilo de la Magda-
lena.
—Esa infeliz—se' dijo—hábrá. dd: a Ho-.
Tar en los brazos dde su hermano, '
Y dió orden al cochero . que le condu-
era al asilo.
del. marqués,
Se hallaba noblemente diia: 5%. (4
a dejarse levar de su genio, hubiera pe-
hetrado en la alcoba para arrojar al.
qu. todo el per E
rostro al infam
cio que le dd
id qué armas son esas, señor don
Carlos?—repuso Ana.' |
- Ñ—Usted debe conservar en su poder
cartas de Roberto, y con esas cartas, y
testigos. que no faltarán, se le obligará,
á que reconozca a sus HsJo8 ante los. po
1 ——bunales
El conde de San Pablo tenía el corazón.
tan noble, el carácter tan caballeresco,
que no podía deta la: O
—¡Un pleitol—exclamó. Rafael con ¡nó y
, Pugnancia.
—Tranquilízate, hermano mío: no: , Me
garemos a €se caso, poes ya he: dicho ,
que desisto..
—Pero, ¿y esos pobres minos? —pregun- HOR
DTO8' velará, por elos... Hoy" mismo
_Cevolveré al marqués de Bonato todas
as pruebas que conservo en mi poder,
] dtics: son' indios. Po >
ado: o
razón a. quel que la tenga; y no le :
obre. Af ds