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EL PAN DE LOS POBRES
«—Bien, bien; por eso no es necesario
que nos enfademos. Buenas noches,
-——Buenas las tenga usted.
Si ocurre algo...
—Lo tendré presente.
La patrona salió pensando que el es-
tado en que encontraba a su huésped
debía reconocer una! causa, pues no era”
hatural el mal humor de don Jaime, ge-
Nneralmente bueno y complaciente con to-
do el mundo.
Volvió Núñez a quedarse solo, y para
que nadie le interrumpiera en sus me-.
Citaciones cerró la puerta, maldiciendo
€n su interior la cetro impertinen-,
te de la patrona. -
- Durante una hora permaneció inmó-.
vil, sintiendo extenderse por.su pecho el
terrible veneno de los celos.
De: vez en cuando exhalaba ¿elude
rugidos y agitaba los labios como si ar
ticulara alguna iráse.-
Por fin” se levantó, y dcha dais
Precipitadamente, se metió en la cama.
El sueño, que durante algunas horas
hos hace olvidar las amarguras de la
Vida, era lo que: buscaba aquella noche
on Jaime como consuelo a la terrible
mortificación: que sentía; pero el sueño
o siempre acude cuando le llamamos,
rebelde en
Jues unos veces se muestr
que me abra: dei a0, :
Ñ Be dando. a su rostro la exp resión más
recido el. objeto de su amor.
ideas, buscando un género de venganza
tan terrible como el dolor que experimen.
taba; mas el infeliz*acabó por no encon-
trar ninguno, y entonces, cubierta la ca-
beza con la colcha como si se avergon-
zara de sí mismo, lioró amargamente.
¡Los celos! Terrible y dramática pa-
sión cuando se manifiesta en las almás
enérgicas como la de Otelo, ridícula de-
bilidad cuando acometen a hombres co-
mo don Jaime.
¿Quién no ha sentido el punzante doior
de los celos? Nadie, ¿Quién no-se ha reí-
do de un celoso? Nadie; porque todo ce-.
loso tiene para sí la tragedia más des-
consoladora en el pecho; para los de-
más, la lo más ridícula en su per-'
sona... , E
Vedle, si Ho; correr. dillegadó por.
una calle detrás de una mujer que aca-'
ba de pasar con el rostro. cubierto con el
velo de la mantilla. y que a él le ha pa-.
Miradle,
echado de bruces junto a una puerta,
aplicando el oído para escuchar su
desesperación. Y no pocas veces. emplea. a
los disfraces, las estratagemas más es.
trambóticas para. cerciorarse de que es. ld
- cierta la. causa de
su dolor.
¡Pobres celosos, que no podéis haceros.
superiores al frío desdén de una mujer!
¡Pobres celosos, que os tenéis en tan po-
co que e od pasáls 1 de
instalo de. una mujer que
vosotros para E e
por dede se leva:
calenturiento que