Full text: Tomo 2 (002)

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rita, que el amor comenzó desde aquel 
momento a echar raíces en mi alma. 
-—¡Oh! Eso no es posible—exclamó Mar- 
garita esforzándose por sonreirse, 
Carlos hizo un movimiento de hom- 
bros, demostrando la más perfecta natu- 
ralidad, y añadió: 
—Es tan natural que parezca a usted 
extrafía mi revelación, que no seré yo el 
que me ofenda. La vi a usted y la amé, 
- encerrando el amor en mi pecho como 
un precioso secreto del que se siente uno 
avaro por conservarle, pues teme que la 
publicidad le marchite, le degrade. Yo, 
señora, no soy uno de esos amantes rO- 
mánticos de largas melenas, pálidas me- 
jillas y mirada torva, ni un enamorado 
platónico que se pasa la noche suspiran- 
do; sóy ante todo hombre dueño de mi 
- voluntad, Amé a usted en silencio, por- 
que respeto siempre la propiedad ajena. 
Tal vez esto sea techado por alguno de 
ridiculez; pero no me importa: yo sigo 
siempre adelante el camiño que me, he 
impuesto, sin ocuparme del qué dirán. 
Por eso, al saber que usted se había di 
=vorciado, que ningún: lazo , unía. con 
don Jaime, he venido a revelarle lo que 
hace tres años ha sido un secreto para 
todos. Ahora, Margari 
puede usted im- 
ponerme si gusta el más terrible de los 
- castigos: que no vuelva a esta casa. ,. 
se ligeramente, esperó su sentencia, 
largarita se sintió conmovida; lo que 
cababa de oír le asombraba, de 
ó conde de San Pablo era para ella 
un hombre de ideas tan, elevadas, gue 
er echa en él una farsa. 
r vaciló, y esta vaci 
rlos, guiado por un fin noble, 
: n rar a una Mujer 
$54 Yr jo 
Y el conde, con una naturalidad lena 
distinción, se puso en pie, e inclinán- 
- Cisipándose 
 FOLLETIN DE EL MERCANTIL VALENCIANO 
Margarita, revelando a pesar suyo el es- 
tado intranquilo de su espíritu, : 
—¿Arrepentirme de amar a usted?... 
¡Ah! Nada de eso, señora. Hace tres años 
que la amo; pero temo no ser correspób»- 
dido, o, por mejor decir, temo haber lo" 
gado: tarde, temo que otro hombre mas 
feliz se haya apoderado del corazón de 
usted. : » ] 
—¿Y si eso no fuera cierto, Carlost.: 
Margarita balbuceó las anteriores P- 
labras, dirigiendo una mirada que € 
hombre más incrédulo hubiera tomado: 
por una esperanza. 
—Entonces me creería el más feliz de. 
los hombres, exigiendo antes una expli: 
cación de las misteriosas visitas que 00” 
das las noches hace a usted Antonio Gu- 
tiérrez, ' p 
- Margarita se llevó las manos a la frenb- 
te. Las palabras, las miradas del conde, 
“comenzaban a trastornarla. 
Durante muchos meses, su único dese 
había sido verse amada por el conde de 
-San Pablo, por el joven extraordinario 
por el hombre a la moda, por el viajero 
- infatigable, que tan pronto se hallaba € 
Africa cazando leones, como en el Sene- 
ga! persiguiendo a las indómitas pante- 
Tas. ES : EN 
Cuando algún periódico, con ese afán 
de contarlo todo, traía alguna anécdota, 
alguna aventura cuyo héroe era el con- 
de de San Pablo, Margarita guardaba ' J 
periódico para leerlo en sus horas de só- 
.ledad, y comparando al hermoso y aven- 
turero joven con su marido, no podía 
“contener los suspiros que brotahan: 4 
E A E a IAE 
Aquellos sueños queridos habían ' 
poco apoco de' su ment 
undo era; pues, su asombrI9 
pronto amada por Carlos, 
cuando tenía 4 Antonio 
ndole palabras: de amó 
 
	        
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