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FOLLETIN DE EL MERCANTIL VALENCIANO
encontró con la fresca sonrisa y el pica-
resco rostro de Loreto. |
—¡Hola, hola! Señora doña Práxedes,
parece que se entretiene usi9a en sos
a los huéspedes.
Práxedes se puso el dado índice de la
mano derecha en forma de cruz cobre--
los labios, e indicó con un ademán a Lo-
reto que se colocara en el mismo ei
“y mirara por la cerradura. *
La doncella de Margarita aplicó el ojo,
porque la curiosidad no era pa “ella
manjar desagradable.
Loreto permaneció diles a don
Jaime, y doña Práxedes de pie. detrás
de ella.
ida al señor de Núñez—
dijo la patrona en voz baja—debe pasar-
le algo, pero. algo grande, extraordina-.
rio, que le saca o sus casillas.
—Tiene un puñal en la mano. .
E a dE como si lo paypesan
vivo.
—¿Y no le. ha dicho a usted nada?
-_—Ni una palabra. Anoche no vino a
- dormir a casa, Esta mañana entró con.
- el rostro hosco, y se encerró, diciendo
y bo no quería ver a nadie, e
bi a mí cad Loreto,
—Yo creo que esa orden no rezará con
usted. :
—Entonces voy a entrar.
—¡Cómo! ¿Tendrá usted valor? :
—Creo, señora Práxedes, que no ha
comprado para mí ese puñal; puede e
ted, retirarse tranquila.
—Mucho sentiría que
desgracia en mi casa.
—No tenga usted cuidado.
BS Loreto. llamó: a la puerta de la habi-
- sucediera una
. tación.
Práxedes se retiró precipitadamente.
Durante algunos segundos nadie res-
pondió. Loreto, que continuaba observan-
do por el ojo:de la: cerradura, vió como -
don Jaime guardaba el puñal en el bolsi- ,
Model. pecho del gabán y un papel en la
cartera. ?
Luego se levantó, :encaminándose al
cia la puerta.
—He dicho que no quiero ver a nadie
—dijo' Núñez desde dentro.
—¿Ni a mí tampoco, señor don Jaime?
—¡Ab! ¿Eres tú, Loreto?
—La: misma; pero si molesto, me reti-
ro,: y ¿volveré otro día. :
“No, espera: voy a abrir.
_Núñez:hizo girar la llave, y ua tr an- :
ca: la puerta. :