Full text: Tomo 2 (002)

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CAPITULO VII 
EL CADAVER 
El inspector, seguido de dos agentés 
> acompañado de. la señóra Francisca, 
se presentó en la casa donde se había 
- reclamado su presencia. 
Llamaron repetidas .veces a la puerta 
-. del cuarto segundo; se dejaron transcu- 
rrir treinta minutos, y por último dis- 
puso el inspector que se fuera a buscar 
un cerrajero. 
Poco después quedaba la puerta fran- 
ca a la policía. Todos los balcones se ha. 
llabáan' perfectamente cerrados. Francis- 
ca, «por orden del inspector, y. como co- 
nocedora de la casa, abrió primero la, 
ventana del recibimiento, que tomaba las 
luces del patio; luego el balcón de la 
sala. 
Entonces se vió un reguero de sangre 
que al parecer salía del gabinete, que, 
como las demás piezas, se hallaba tam 
- bién a oscuras. 
El inspector entró perdais, se- 
guido de los agentes, la portera y doña 
Ursula; pero apenas había avanzado dos 
pasos cuando retrocedió: todos imitaron 
el movimiento del que les : precedía en el 
reconocimiento. 
- En aquella pieza se había cometido un 
crimen terrible, pues se hallaba 'una mu- 
jer atada a una butaca con un puñal cla- 
- yado en el nacimiento de la garganta, 
- y «cubierta literalmente de sangre. - 
- Doña Ursula y la portera lanzaron un 
grito de terror. 
—Es preciso» «dar parte al: Juzgado. Pe. 
distrito—dijo el inspector—. ¡A ver!, 
hombre al. cuarto, otro que se. coloque pa 
la puerta: y que no Pa la' salida. a 
nadie de la casa. 
Estas órdenes fueron ejecutadas inme- 
de 'diátamente, y. poco después se hallaba el 
- juez del distrito y los individuos del 
_ juzgado constituidos en la casa de -1a 
cálle del Caballero de Gracia. 
Reconocido el cadáver por los profeso- 
res de elcaBlA, E resultó € ser el sb ua mu- 
jér joven de veinticinco a veintiocho 
añós de edad, de hermóso semblante Y 
fino: cutis, pelo negro perfectamente péei- 
nado, vestido. de terciópelo color marrón, 
pendientes de brillantes, pequeñas y ele- 
gantes manos, y un anillo de oro en €l 
dedo del corazón de la mano izquierda. 
En los bolsillos del vestido se encontró 
un portamonedas con quinientos reales 
entre monedas de plata y oro, un tarje- 
tero de chagrén con broche de plata, y, 
dentro de él algunas tarjetas y una carta, 
Las iniciales del pañuelo eran M. Ri, 
y las tarjetas con este nombre: Margá- 
rita Ruiz, Recoletos..., tércero, 
Era indudable que aquella desgracia- 
da había acúdido a una cita amorosa: 
era admisible que el autor de la carta 
tuviera parte activa en tan terrible cri- 
men. 
El juez creyó ver claro en aquel asun- 
to. Se reseñaron en la causa todos los 
objetos, se dispuso que se condujera el 
cadáver al Colegio de Ciencias Médicas, 
para que los profesores practicasen la 
autopsia, y se ordenó que se siguiera, la 
pista al autor de la carta, don Ernesto 
Roviralta, mientras el juez tomaba algu. 
nas declaraciones a los vecinos, y en 
- particular a: la' portera- y doña Ursula, 
que eran' las que habían dado el aviso. 
La portera dijo: 
Que ella. no había caia nada has- 
_ta:que doña Ursula, la vecina del'cua: 
tercero, le manifestó la insistencia con 
que su perro aullaba y olfateaba al' pa- 
sar junto a la puerta del cuarto segnas 
do; que como dofía "Ursula le «había. di 
cho haber oído la noche anterior por d 
veces gritos ahogados, «subieron y' La- 
.maron, sin obtener respuesta alguna; Y 
sólo entonces «recordó que* había encon-: 
trado descorrido el cerrojo de la puerta 
dela calle, y que éste tenía al parecer 
E 
una mancha de sangre, somo asimiéina 
 
	        
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