hombre de bien en esta ocasión, y no
creo que tengas motivo para arrepentir-
te. Cuatro años de presidio... Recuerda
tu vida pasada y verás que el tribunal
al sentenciarte ha tenido contigo muchas
consideraciones.
—Gracias a usted, señor colidá: de lo
contrario, me hubieran mandado a Ceu-
ta para toda la vida.
—Si no hubieras devuelto los ochenta
mil duros que legítimamente pertenecían
a los herederos de don Jaime, y que por
cierto éran todos bien' pobres; si no te
hubieras presentado a declarar; en una
palabra; si no hubiera penetrado en tu
corazón el arrepentimiento, no lo dudes,
Tomás, si'no hoy, mañana, la ley hu-
biera caído inflexible sobre ti,' y enton-
ces, tal vez... Pero no hablemos de eso.
Parte y confía: nada te faltárá durante
tu permanencia en presidio, “y antes de
un año recibirás el indulto. Entonces te
colocaré en mi casa de Asturias, serás
guárda mayor de mi dehesa, y vivirás
con tus hijos, recordando con ellos a la
infeliz Agustina.
Tomás cogió una mano del conde y. la
besó con respeto,
bre el
FOLLETIN DE El MERCANTIL VALENCIANO
—Sólo siento—dijo—no despedirme de
mis hijos,
—Ellos deben ignorar, si es posible,
que su padre estuvo en esta casa. He
querido evitarles que recuerden mañana
este local. Toma por si se te ocurre algo
en el camino, y además esta carta para
el director del presidio.
El conde entregó quinientos reales. y
una carta a Tomás, cuyos ojos se halla-
ban humedecidos por la praera vez de :
su vida,
POD. después, 1a gente que pon ;
por la Ronda se detenía para ver una
cuerda de presos que, custodiada. por alr
guna fuerza armada, se dirigía hacia el
Prado en busca de la, puerta de Alcalá.
Tomás iba entre aquellos desgraciados
a cumplir su condena; pero no como un
criminal endurecido, sino con la ver-
gúenza de un hómbre ei hiiandd de sus
culpas.
La ley, que tarde o temprano cae so-
delincuente, había alcanzado a
Tomás en el instante en que el remordi-
miento nacía en su corazón,
“ Dejémosle partir,
..