EL PAN DE LOS POBRES
ciadamente no son tan profundas y filo-
sóficas como las de Honorato Balzac,
pues como puedes suponer. Leoncia y
Luis, Carlos y Clotilde, se hallaban en
vísperas de estrechar el indisoluble lazo
matrimonial.
Si en otras obras no me hubier' ocu-
pado detenidamente de esos encantado-
res preparativos que preceden al día de
la boda; si mo hubiera hablado de los en-
cantos de la luna de miel, lo haría aho-
ra;
- cuando están concentradas en una ele-
gante caja de oro y Se llevan en el al
sillo en forma de reloj. E
“Así, pues, diremos sencillamente que en.
derredor de las dos parejas que acaba-
mos de nombrar brillaba un sol esplendo.
“yoso, un sol tan puro, tan radiante, que
lo embellecía todo, porque era el sol de
la felicidad.
Leoncia y Clotilde habíah hablado e
veces en voz baja del encantador paraí-
so que tenían delante, y casi al alcance
de sus nacarados labios,
- Habla entre ellas proyectos de viajes,
: porque el amor y la primavera parece
ue dan a la imaginación cierto deseo,
q
que como los pájaros tiene alas y quiere
volar.
El mes de. mayo, ese Adonis. del año
que por beat ee pea adi
¿ tenían el amor y la experiencia que se
necesitaba para hacer la felicidad de sus
ho de A hablar; pero como.
hallaban en el hermoso período de la
“cidían a nada.
-Haremos: lo que ellos quieran—solían
cirse—, Porque nosotras no debemos
tener más voluntad que la suya, más
afán que complacer hasta el menor de
us deseos.
Hermosas . ¡Eragas cuando "brotan: de los'
ios de una mujer joven y bella que
mira con apasionados ojos, od |
ras manos cogidas entre las suyas,
ntada a nuestros pies, con la boca. na-
rada enetreabierta y enviándonos led
nu
que brota del alma.
dé imperi
ian ¡ente en esclava!
pero las repeticiones sólo gustan
hombre al oírlas guarda su fuerza dé
voluntad, cesa de ser tirano, rinde su
poder, cae de rodillas y se convierte de
señor en sieryo, de tirano en humilde
súbdito,
Pero como por desgracia lo peor del
mundo son los hombres y: las mujeres
(dejando aparte algunas suegras), casi
siempre acaban por olvidar las célebres
palabras del sabio rey de Jerusalén cuan.
do dijo: «Las palabras dulces y suaves,
las súplicas, ablandan a las rocas.»
¡Cuántas veces, lector o lectora queri-
da, habrás encontrado ante tu paso un
amigo, que lanzando un profundo Sus-
piro te habrá dicho: «Soy un ser desgra-
ciadon! -
Pues bien: si esto ser es daa, si bus-
cas el origen de su desgracia, la causa
de ese malestar que le hace ver por todas
partes un horizonte cargado de sombrías
nubes, te convencerás de que mo tiene
motivo fundado para lamentarse de su
suerte, porque sólo es hija de la incom-
patibilidad de caracteres, que no com-.
prendiéndose, que no educándose y ce-
diendo un poco, acaban por romperse
como la cuerda de un instrumento en
las manos de un niño, que no sabiendo
hasta qué tono puede subir, la hace sal- b
tar por fin a fuerza de estirarla, :
Pero afortunadamente Carlos: y Luis
jóvenes esposas.
Oigamos un corto. diálogo mantenido
La entre 1 Es
“tolerancia, de las concesiones, no se de- 08 dos amigos.
—Cree, Luis, que la verdadera felicidad
_ no está en el celibato, sino en el mate a
moónio., de
-—Opino del mismo modo aunque creo
que se necesita, para edificar el edificia
«toda solidez, poner
de la felicidad
mi salir. de la iglesia. ne:
qué dominio tan. fuerte pl
a mujer enamorada que se sobr cab