Full text: Tomo 2 (002)

EL PAN DE LOS POBRES 
  
ciadamente no son tan profundas y filo- 
sóficas como las de Honorato Balzac, 
pues como puedes suponer. Leoncia y 
Luis, Carlos y Clotilde, se hallaban en 
vísperas de estrechar el indisoluble lazo 
matrimonial. 
Si en otras obras no me hubier' ocu- 
pado detenidamente de esos encantado- 
res preparativos que preceden al día de 
la boda; si mo hubiera hablado de los en- 
cantos de la luna de miel, lo haría aho- 
ra; 
- cuando están concentradas en una ele- 
gante caja de oro y Se llevan en el al 
sillo en forma de reloj. E 
“Así, pues, diremos sencillamente que en. 
derredor de las dos parejas que acaba- 
mos de nombrar brillaba un sol esplendo. 
“yoso, un sol tan puro, tan radiante, que 
lo embellecía todo, porque era el sol de 
la felicidad. 
Leoncia y Clotilde habíah hablado e 
veces en voz baja del encantador paraí- 
so que tenían delante, y casi al alcance 
de sus nacarados labios, 
- Habla entre ellas proyectos de viajes, 
: porque el amor y la primavera parece 
ue dan a la imaginación cierto deseo, 
q 
que como los pájaros tiene alas y quiere 
volar. 
El mes de. mayo, ese Adonis. del año 
que por beat ee pea adi 
¿ tenían el amor y la experiencia que se 
necesitaba para hacer la felicidad de sus 
ho de A hablar; pero como. 
hallaban en el hermoso período de la 
“cidían a nada. 
-Haremos: lo que ellos quieran—solían 
cirse—, Porque nosotras no debemos 
tener más voluntad que la suya, más 
afán que complacer hasta el menor de 
us deseos. 
Hermosas . ¡Eragas cuando "brotan: de los' 
ios de una mujer joven y bella que 
mira con apasionados ojos, od | 
ras manos cogidas entre las suyas, 
ntada a nuestros pies, con la boca. na- 
rada enetreabierta y enviándonos led 
nu 
que brota del alma. 
dé imperi 
ian ¡ente en esclava! 
pero las repeticiones sólo gustan 
hombre al oírlas guarda su fuerza dé 
voluntad, cesa de ser tirano, rinde su 
poder, cae de rodillas y se convierte de 
señor en sieryo, de tirano en humilde 
súbdito, 
Pero como por desgracia lo peor del 
mundo son los hombres y: las mujeres 
(dejando aparte algunas suegras), casi 
siempre acaban por olvidar las célebres 
palabras del sabio rey de Jerusalén cuan. 
do dijo: «Las palabras dulces y suaves, 
las súplicas, ablandan a las rocas.» 
¡Cuántas veces, lector o lectora queri- 
da, habrás encontrado ante tu paso un 
amigo, que lanzando un profundo Sus- 
piro te habrá dicho: «Soy un ser desgra- 
ciadon! - 
Pues bien: si esto ser es daa, si bus- 
cas el origen de su desgracia, la causa 
de ese malestar que le hace ver por todas 
partes un horizonte cargado de sombrías 
nubes, te convencerás de que mo tiene 
motivo fundado para lamentarse de su 
suerte, porque sólo es hija de la incom- 
patibilidad de caracteres, que no com-. 
prendiéndose, que no educándose y ce- 
diendo un poco, acaban por romperse 
como la cuerda de un instrumento en 
las manos de un niño, que no sabiendo 
hasta qué tono puede subir, la hace sal- b 
tar por fin a fuerza de estirarla, : 
Pero afortunadamente Carlos: y Luis 
jóvenes esposas. 
Oigamos un corto. diálogo mantenido 
La entre 1 Es 
“tolerancia, de las concesiones, no se de- 08 dos amigos. 
—Cree, Luis, que la verdadera felicidad 
_ no está en el celibato, sino en el mate a 
moónio., de 
-—Opino del mismo modo aunque creo 
que se necesita, para edificar el edificia 
«toda solidez, poner 
de la felicidad 
mi salir. de la iglesia. ne: 
qué dominio tan. fuerte pl 
a mujer enamorada que se sobr cab 
 
	        
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