o A DE EL MERCANTIL VALENCI
Doña Agueda se rió y repuso de este
- modo: ?
—Bien mal. Eso me prueba la torpeza
-de la discípula.
—Desuna usted la primera sílaba, que
lá ha pronunciado el maestro, de la se-
gunda, que la dijo la discípula, y crea
usted al maestro—dijo Luis—, Pero con
el permiso de usted, porque esta noche
, nos hemos entretenido más de lo regu-
lar en el piang; y TOS: espera el dibujo.
-— Luis colocó una cartera en una de las
mesas, puso un tablero con papel delan-
te de Leoncia, que comenzó a dibujar,
copiando el modelo que tenía. enfrente.
Doña Agueda continuaba la lectura,
pero sus ojos se cerraban poco a poco.
Aquel venerable rostro, demacrado y
- pálido ¡por el llanto y. el infortunio, co-
menzaba a demostrar todos Los síntomas
del sueño. 0
EY temple asisto de la. banitación:
el silencio
la comodidad: “de la butaca, .
que allí reinaba, produjeron su efecto.
-— Doñ Agueda se quedó
y libro. sobre las. rodillas
£
Leoncia y Luis seguían
dorm ida. con. el
| ció.
- advertir que Morfeo, como otras tantas pi
veces, se convertía en cahenicd de los
dis enamorados,
- Leoncia levantó la cabeza, atra a su ha
gullosa de que me ames. ¡Ah! ¿Qué ma-
yor ventura que ser amada por ti, por LE
que harás de una pobre muchacha como
. yo una mujer perfecta? Porque yo quier
que me eduques, y que un día, cuando
me. veas brillar en esa sociedad donde 108
ha colocado nuestra inesperada fortune
digas con orgullo: —He ahí mi obra.
E lo diré, Leoncia, lo diré; porqué
no hay nada tan fácil como 1 perteccional
la educación de un'ángel de la ticrra co-
mo tú. ¡Ah! Bien sabe Dios que yo hu-
biera querido ser rico y que tú hubier43”
permanecido aun en la modesta. buhar-
dilla, para decirte: Esta es mi mano Y
mi fortuna; ven a compartirla conmigo:
—Pues bien: ¿no da lo mismo que sea
yo la rica? ¿Acaso no me ofreciste 1
mano cuando era yo pobre? Entonces,
pobre tú también, tenías sobre mí la gu:
perioridad de tu talento, de tu brillant8
educación y de tu título de marqués, Y
todo lo olvidaste por la. pobre .menestra:
la de la buhardilla, que no teniendo más
que su corazón, te lo había entregado
desde el ae. momento, que, te. cong
vesical nde es una felicidad »
* llar en el- mundo una mujer que
- todas las: aspiraciones del hombre,
¿Y soy yo esa mujer?
¿—¿Puedes,, «dudarlo? sv: 60 o
«Leoncia, se quedó con los. dd fij
o “su prometido, que la. contemplaba. al
.a pe nee que es lo
-—Tienes razón, Luis. Mi pobre NERAL:
estras. lecciones, 8
cd sa tan: ps. que nunca mos reconviene.
A útil que:
se cansa aa
«mo tiempo embelesado.
Sin saber cómo, atraídos por ese aid
misterioso del amor, las Manos de JecOn
- cia y de Luis se juntaron, y durante 4
- gunos segundos Es Jendó ierón.
dul
Sus labios.
AL lenguaje.
'0 amor sustituía en aquel mon
to MUID!
de las palabra Ia
Los ena orados se 0 d n to o co
sin. paras gl
se de aquell