Full text: [Tomo 1] (001)

  
  
  
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BIBLIOTECA DE EL IMPARCIAL 
  
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IS 
—Si—contestó Rocambole, 
/ 
—¡Mi hija! ¿Dónde está mi hija?-—preguntó! 
on angustia Pimoleon. 
—Acude á las seis de la: mañana al ferroca- | 
Juan el: 
rril del Norte. En la estación hallarás 4 
rarnicero, 
—¿Y él me dirá dónde está? 
—La tendrá en sus brazos y te entregará tu; 
billete para Londres. Porque vas á salir... 
—¿Me echais de París? 
—No—dijo Rocambole;—pero te aconsejo que: 
huyas... La policía.te busca. 
—¡La policía... me busca á mil... 
o si te quedas, te prenderán antes de ma- 
ñana á la noche. 
: —¿Pero de qué me acusan?—balbuceó: Timo- 
eón. 
que tú has querido en vano atribuir á los anti- 
guos hombres de corazón, 
Al decir esto, Rocambole que acababa da 
sufrir tormentos infinitos, Rocambole, cuyo co-: 
razón parecía aun querer: salírsele del pecho, 
experimentó un arranque de súbita hilaridad, 
—Nosotros valíamos más que todo eso, mi: 
buen amigo—le dijo; —pero créeme, no pierdas, 
tiempo, porque la. policía tiene una prueba irre- 
eusable de tu culpabilidad, ] 
—¿Una prueba? 
4? 
—Si-—afirmó Rocambole;-—la cartera robada : 
á Mr. de Morlux, que se ha encontrado en tu 
casa... Era menester que fueses castigado... 
Timoleón lanzó un grito de rabia y echó á. 
ferro oe noesn.criasa JOAO 
A la sazón, salía la bella Marten gritando: 
-—-¡ Venid... venid pronto!... ya vuelve en sí. 
Agenor entró delante, precipitándose hacia | 
camas, 
Antonia se agitaba convulalvamente y mo». 
"| brones. 
vía los brazos y los labios 
—De un robo de cien mil francos: cometido en |' 
casa del señor vizconde Karle de Movlux;, robo. |; 
Avuna seña de Rocambole, Vanda. la sentó 
en la cama. E 
Y todos la rodearon con:febril ansiedad, 
De repente, los. labios: de Antonia: dejaron 
«pasar algunos sonidos: confusos 6. inarticula- 
¿dos; nego los sonidos fueron.más perceptiios 
y se trocaron en palabras. : 
—¿Estoy emel pariiso? —murmuró. 
¡Abi —prorrumpió: Milon,—es-la. misma voz 
de su madre. 
Agenor se había arrodillado 4 las pies de la 
cama y:llenaba! de besos! uná de las: manos de 
Antontas 
—¿Dónde estoy?—repetía: ellas 
Mas sus ojos, permanecían cerrados, é inú- 
tilmente 5ellevaba:ééllos:la: mano que Agenor 
le dejaba libre. : 
Después añadió: : 
—Sí, estoy muerta; me: parece,.. mas como 
era inocente, es imposible que no esté en.el.pa- 
¿raÍsO.  * mps : e 
—¡Amtonial.. ¡Querida Antonial!...—murmu- 
ró Agenor: 
De: pronto: se abrieron: los párpados dela 
«joven y fijó'en Agenor' su dulce y límpida mi- 
rada. , 1iÓ 3 
—¡Vosloomurmuróenidulte éxtasis. 
—Ki, parsiso ha bajado: á.- la: tierra —dijo 
Agenor., E : 
—El pataiso es el armor; — repuso» Rocam- 
bole, 
y. WY'entonces se:alejaron lentam=- "9 de Amio- 
(nia la:resucitada, que no vela ni»... más que 
«su querido: Agenor; y se, reluglason en el rin- 
cón más oscuro del cuarto, pálidos y som- 
bríos comolos ángeles caídos desúe el cielo al 
abismoO... > 
La bella Marton, 
Y Rocambole el presidiario; 
Aquellos dos: réprobos; á quienes Dios ce- 
rreba- el templo del armor con una Duerta de 
  
EIN DEÍA PRIMERA PARTE, 
  
  
 
	        
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