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LA RESURRECCION DE ROCAMBOLE
pei ARS TITO A En
em
—¿Me preguntáis por
Tos 4 Yvan?—repuso él.
—Sí, supuesto que la felicidad ó la desgra-
- Cla de Mugdalena os es indiferente,
* ¿Acaso aun le máis?
* ¡Bah! ¿Qué os importa eso?
—¿Sabéis—dijo Rocambole—que la perversi
dad atrae la perversidad, que una naturaleza
espantosa. y espléndidamente: mala como la.
Vuestra atrae una naturaleza eomo la mía?
Verdaderamente? —djijo ella,
la sonrisa no abandonó sus labios,
—Si—continuó Rocamboale;—no se puede lu-
char impunemente con una mujer como vos,
; Y osó tomarla una mano, que élla no re-
wÓ. .
—Vois sois bastante gran señora—continuó—
para pr tre todo. Aborreciéndoos os he
amado... Esta mañana hs ordeuado 4 Milon que
08 matara; y cuando me lo han traído medio
Muerio y sabido que vos viwlais, he estado pró-
Ximo á desmayarme,
Vasilika no respondió,
Os amo=-continuó: Rocambole, —en virtud
de esta ley fatal que quiere queel mal atraiga
Al mal, Os amo, porque «tenéis un corazón de
- demouio en el cuerpo áe un ángel, porque sois
- Perversa, porque sois bella... porque ambo3 so-
os hechos para comprendernos,
Y Rocambole se dió entonces á expresarse
ton el vertiginoso lenguaje de la pasión.
Y se arrodiiló ante la condesa y la besó las
Manos con trasporte. +3
Y ella contiauó sonriendo y dejándose besar
las manos.
Aquel hombre, que tantos papeles . habta
desempeñado en su vida, no. había tal vez sido
Bbunca mejor actor, ¿
Dió gritos que parecian salir del corazón,
Suvo soberbios arranques de pasión, infinitas
lernezos, sonrisas seductoras, P
Estuvo espléndido de. audacia y de gracía
gé6nua alternativamente, :
Y Vasilika seguía escuchándole, y le dijo:
ha dpi que sois verdaderamente bello
-—Us anmo—respondió,
Después levantándose repentinamente y to-
Mándola en sus brazos;
-——¿Sabes tú—la dijo.—que todo lo he prepa-
lado para nuestra fuga?... Partimos esta no-
£he; al momento, te robo ¡reina mlal... Una si-
la de posta nos ASPlras..
—¿Para qué partir?—repuso ella con tono de
Yeproche,—¿No podemos acaso amarnos aquí?
—¡Agquíl... ¡Oh No, Velveremos más tardO...
Pero yo quisro estar sole contigo... Quiero :
Rrrancarte al munde entero... Quiero...
—Lo que tú quieres do quiero y o—dijo-ella,
Rucambole dió un grito de a egría, ]
foma un chal, un abrigo de viaje-Tepu=.
qué no quiero entrega-
- Pero un estallido de ríga
Vasilika se había escapado de sus brazos,
-—Mi dulee señor—Je dijo ella, —habláis de
amor como lo hiciera el mismo don Juas, pere
yo.no 03.creo, |
—Por qué no me crees?
—Porque no soy yo á quien amas, mi belle
seductor.
Y su voz se tornó burlona y sllbante. Pudie-
ra comparársela con una hoja fluxible de espar
da vibraado en el aire,
—¡Oh! —exclamo él aún.
—De la mujer que tú amas voy á decirte el
ena ana Vasilika,
Rocambole creyó que hacía una alusión
á Vanda. :
—A esa—dijo—no la amo ya.
—Yo no hablo de Vanda—dijo la rusa.
Rocambele se estremeció.
e An es, pues?—preguntó.
—Magdalena—respondió ella, —y ese amo1
es tu castigo; es la mitad de mi venganza.
Una palidez lívida se extendió por el rostro
de Rocambole.
Vasilika le dijo aún: :
—¡Sólo que tú tenías necesidad de engañar-
me aún, y has venido á hablarme de amor,
4 mí á quien temes!... € mí á quien aborrecesl
Rocambole replicó friamente:
—Soig más fuerte de lo que yo crela, señora,
pero vuestra fuerza viene á convertirse en vuese
J tra debilidad, :
—¿Tú crees?
—>Í, porque, me voy á
taros,
Y se dirígió 4 ella, y Vasilika vió brillar la
hoja del puñal que Rocambole tenia en la
—¡Gracial—pidió ella, |
Esta vez su voz revelaba su espanto, Había
leído su sentencia de muerte en los ojos de
Rocambole.
—¿Gracia?—dijo éste irónicamente.—Vos ne
podéis pensar en ella. Yo no soy Milon,
Y los dientes de Vasilika castañeteaban,
Había caído de redillas, ema y elevadas
las manos pedia la. vida balbuceando; '
—Renuncio é vengarme. Partiró esta tarde,
ál momento... (Pero gracial
—No—dijo Rocambole.
Vasilika andaba de rodillas,
No quiero que muráis sin arrepentiraa
añadió Rocambale. -Os concedo Cinco minutas
para que recóls.s. Pero no gritóls ú os hiero «l
momento, ? :
De repente un rápido pensamiento ¡dunsiai
su espiritu, E E ed
-—La sangre que repugna —dijo. —¿Queráia
ver obligado á ma.
l vivi?
Vasilika, gue estaba arrodillada, 80 love ,
al Coxdorad 1Ívle] (018 dobo hace.
¡Viviri—exclamo,VivI0) ¿QU3 a
a sá
—Lg pegesario óstar imusrta por espacio de
so es partamos]...
le sespondió y lo
O retroceder un paso,
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Cinco días
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