Full text: [Tomo 1] (001)

  
   
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LA RESURRECCION DE ROCAMBOLE 
pei ARS TITO A En 
em 
  
  
   
    
  
    
   
    
    
     
—¿Me preguntáis por 
Tos 4 Yvan?—repuso él. 
—Sí, supuesto que la felicidad ó la desgra- 
- Cla de Mugdalena os es indiferente, 
* ¿Acaso aun le máis? 
* ¡Bah! ¿Qué os importa eso? 
—¿Sabéis—dijo Rocambole—que la perversi 
dad atrae la perversidad, que una naturaleza 
espantosa. y espléndidamente: mala como la. 
Vuestra atrae una naturaleza eomo la mía? 
Verdaderamente? —djijo ella, 
la sonrisa no abandonó sus labios, 
—Si—continuó Rocamboale;—no se puede lu- 
char impunemente con una mujer como vos, 
; Y osó tomarla una mano, que élla no re- 
wÓ. . 
—Vois sois bastante gran señora—continuó— 
para pr tre todo. Aborreciéndoos os he 
amado... Esta mañana hs ordeuado 4 Milon que 
08 matara; y cuando me lo han traído medio 
Muerio y sabido que vos viwlais, he estado pró- 
Ximo á desmayarme, 
Vasilika no respondió, 
Os amo=-continuó: Rocambole, —en virtud 
de esta ley fatal que quiere queel mal atraiga 
Al mal, Os amo, porque «tenéis un corazón de 
- demouio en el cuerpo áe un ángel, porque sois 
- Perversa, porque sois bella... porque ambo3 so- 
os hechos para comprendernos, 
Y Rocambole se dió entonces á expresarse 
ton el vertiginoso lenguaje de la pasión. 
Y se arrodiiló ante la condesa y la besó las 
Manos con trasporte. +3 
Y ella contiauó sonriendo y dejándose besar 
las manos. 
Aquel hombre, que tantos papeles . habta 
desempeñado en su vida, no. había tal vez sido 
Bbunca mejor actor, ¿ 
Dió gritos que parecian salir del corazón, 
Suvo soberbios arranques de pasión, infinitas 
lernezos, sonrisas seductoras, P 
Estuvo espléndido de. audacia y de gracía 
gé6nua alternativamente, : 
Y Vasilika seguía escuchándole, y le dijo: 
ha dpi que sois verdaderamente bello 
-—Us anmo—respondió, 
Después levantándose repentinamente y to- 
Mándola en sus brazos; 
-——¿Sabes tú—la dijo.—que todo lo he prepa- 
lado para nuestra fuga?... Partimos esta no- 
£he; al momento, te robo ¡reina mlal... Una si- 
la de posta nos ASPlras.. 
—¿Para qué partir?—repuso ella con tono de 
Yeproche,—¿No podemos acaso amarnos aquí? 
—¡Agquíl... ¡Oh No, Velveremos más tardO... 
Pero yo quisro estar sole contigo... Quiero : 
Rrrancarte al munde entero... Quiero... 
—Lo que tú quieres do quiero y o—dijo-ella, 
Rucambole dió un grito de a egría, ] 
foma un chal, un abrigo de viaje-Tepu=. 
qué no quiero entrega- 
  
    
    
  
- Pero un estallido de ríga 
Vasilika se había escapado de sus brazos, 
-—Mi dulee señor—Je dijo ella, —habláis de 
amor como lo hiciera el mismo don Juas, pere 
yo.no 03.creo, | 
—Por qué no me crees? 
—Porque no soy yo á quien amas, mi belle 
seductor. 
Y su voz se tornó burlona y sllbante. Pudie- 
ra comparársela con una hoja fluxible de espar 
da vibraado en el aire, 
—¡Oh! —exclamo él aún. 
—De la mujer que tú amas voy á decirte el 
ena ana Vasilika, 
Rocambole creyó que hacía una alusión 
á Vanda. : 
—A esa—dijo—no la amo ya. 
—Yo no hablo de Vanda—dijo la rusa. 
Rocambele se estremeció. 
e An es, pues?—preguntó. 
—Magdalena—respondió ella, —y ese amo1 
es tu castigo; es la mitad de mi venganza. 
Una palidez lívida se extendió por el rostro 
de Rocambole. 
Vasilika le dijo aún: : 
—¡Sólo que tú tenías necesidad de engañar- 
me aún, y has venido á hablarme de amor, 
4 mí á quien temes!... € mí á quien aborrecesl 
Rocambole replicó friamente: 
—Soig más fuerte de lo que yo crela, señora, 
pero vuestra fuerza viene á convertirse en vuese 
J tra debilidad, : 
—¿Tú crees? 
—>Í, porque, me voy á 
taros, 
Y se dirígió 4 ella, y Vasilika vió brillar la 
hoja del puñal que Rocambole tenia en la 
—¡Gracial—pidió ella, | 
Esta vez su voz revelaba su espanto, Había 
leído su sentencia de muerte en los ojos de 
Rocambole. 
—¿Gracia?—dijo éste irónicamente.—Vos ne 
podéis pensar en ella. Yo no soy Milon, 
Y los dientes de Vasilika castañeteaban, 
Había caído de redillas, ema y elevadas 
las manos pedia la. vida balbuceando; ' 
—Renuncio é vengarme. Partiró esta tarde, 
ál momento... (Pero gracial 
—No—dijo Rocambole. 
Vasilika andaba de rodillas, 
No quiero que muráis sin arrepentiraa 
añadió Rocambale. -Os concedo Cinco minutas 
para que recóls.s. Pero no gritóls ú os hiero «l 
momento, ? : 
De repente un rápido pensamiento ¡dunsiai 
su espiritu, E E ed 
-—La sangre que repugna —dijo. —¿Queráia 
ver obligado á ma. 
l vivi? 
Vasilika, gue estaba arrodillada, 80 love , 
al Coxdorad 1Ívle] (018 dobo hace. 
¡Viviri—exclamo,VivI0) ¿QU3 a 
a sá 
—Lg pegesario óstar imusrta por espacio de 
  
so es partamos]... 
le sespondió y lo 
  
O retroceder un paso, 
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Cinco días 
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