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BIBLIOTECA Dis EL IMPARCIAL
—La escritura tiene también su espíritu, ni |
más ni menos que Jos hombres, La letra re-
donda, firme y llena denota el carácter de un
hombre frío y resuelto; la cursiva prolongada
y un poco trémula ó insegura revela general-
mente una mano de mujer ligeramente conmo-
vida. La mujer que escribe á su modista 6 á su'
procurador tiene un carácter de letra muy di-
Terente cuando da la primera cita al hombre que
ame.
-—Es verdad, amigo mío.
—Akora bien—prosiguió Arturo;—la mano
que ha trazado esta. letra es. evidentemente
mano de mujer. :
—¡Pardiez!
—Pere no temblaba,
—En efecto.
—Luego no eres amauu.
El barón de Neubourg se sonrió, .
—Lee,—Je dijo, —y verás que no se trata aquí
de amor.
Arturo leyó á media voz:
«Una noche, hace seis seiñanas, el barón
Gontrán de Neuboufg encontró en el bulevar,
trente al café Inglés, tres amigos suyos que
fumaban á la luz de la luna saliendo de su
club, donde habían jugado en grande.
»Estos tres amigos eran el vizconde Arturo
de Cheneviere,+lord Blakstone y el marqués
Alberto de Verne,
»El barón Gontrán de Neubourg iba solo y
pensativo, y si sus amigos no le-hubieranlla-
mado la atención, sin duda habría pasado sin
verlos,
—»¿A dónde vas, barón?2—le preguntó el viz-
conde.
—»A ninguna partes
—»¿Cómc?
—»Voy paseándomo»
—»¿Sin objeto?
—»¡Pche!,.. Y vosotros, ¿de dónde venís?
—»Del club,
—»¿Y á dónde vais? . . a
—»Nos paseábamos solamente; sino que en
"ez de soñar como tú, nosutros hablamos,
> —»¿De qué habláis?
—»Lord Blakstone dice que tiene esplín. ..:
—»Lord Blakstone hace muy bien en eso, Es
inglés y el cielo está despejado; un inglés sin
¿nicblas es un cuerpo sin alma.
+ —»Verne—continud el vizconde, —Verné se
¿burre_ y se contenta, con traducir la palabra.
«—»¿Y t4?—preguntó el barón... en
_ —»Yo hago lo que Verne. — Sáro?
_—»Señores—dijo.entonces el barón;—el más.
Niejo de nosotros tiene treinta años, y. .$80y yo;
el más joven veinticuatro, y es Arturo. El más
pobre tiene cien mil libras, de renta, y.soy yo;
más'rico, ciento cincuenta mil libras esterli-
Mas de renta, y es lord Blakstone.
3 —»Exácto—dijo el inglés.con flema,
* —»Ahora bien— repuso el barón, —tenemos
] bargo, señores... :
bla Redo
empleo de nuestro tiempo: Nos levantamos á
las once, almorzamos á las doce. A las dos se
nos ve en el Bosque, tú y yo áceaballo, lord
Bakstone en su poney-chaise, Verne en su [a6*
tón, A las cinco jugamos al whist; de nueve 4
once de la noche se nos encuentra en la Opera;
de once á doce/en los salónes de Saint-Germán
ó6 en la calle de Anjou, y vamos luego á teriml-
nar el día al club para hacer lo mismo al día
siguiente, E
—»Y los siguientes—añadió el marqués de
Verne, —que había estado callado hasta en-
Lonces.» sd
El vizconde de Cheneviere interrumpió la
¿lectura y dijo al barón Gontrán de Neubourg:
' —Tu corresponsal anónimo es una mujer
amiga tuya, á quien habrás dado todos estos
detalles de rigorosa exactitud.
—Yo no he hablado á nadie de nuestra con-
versación, contestó el barón de Neubourg, y te
juro que la letra de esta carta me es completa-
mente desconocida.
—Prosigo, pues, NS
«Los cuatro jóvenes se miraron silenciosa-
mente durante algunos minutos.
—»Pues bien, señores—dijo el barón,—¿Sa-
béis que me hallo muy mal dentro de este traje,
que tan poco se parece á la coraza de nuestros
mayores; que me ahogo en este siglo de vil me-
tal y egoismo en que vivimos y que recuerdo
con pesar la lLabla Redonda y sus doce caba.
Heros? E AA AA
-—»Nosotros también—contestaron á una los
tres amigos. ;
Pair señores!l—repuso el barón, —¿qué se
dirá? El tiempo de los caballeros andantes ha
pasado, Silos paládines de la Edad Media, los
| Reinaldos, los Oliveros, los Rolandos volvieran
á este mundo verian que la policía correccional
se ha encargada de castigar á los malvados, y
que los abogados tienen la pretensión de deflen-
der á las viudas y á los huérfanos,
- —»¿Qué se infiere de ahí?
- —»Una cosa muy sencilla: que hombres como
nosotros, jóvenes, ricos, valientes, de buen ori-
gen, me en. un siglo menos ingrato. hubieran
podido utilizar su inteligencia, su fortuna, su
¡nobleza y su bravura, están condenados á per-
petuidad al whist y demás vicios. Y, sin em:
—»¿A dónde diablos vas
10)
¡lord Blakstoñe,
«—»0id, señores—con
4 parar?—pregunté '
finuá diciendo el barón,
T—me ocurra una idea muy aceptable.
-——»Yea mos.
—»Somos cuatro amigos, cuatro hombres de
honor, cuyo solo: mal es: aburrirse profunda-
mento. Os propongo fundar entre nosotros una
asociación de los nuevos, caballeros de la Tas
: ¡Seremos en pleno siglo XIX m18= ;
¡teriosos desfacedores de agravios, piadosos ca-
balleros del infortunio,” implacables enemigoS
¿da misma existencia y «puede formularse asi el.
¡dela injusticia. Busquemos una víctima intoro-