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- BIBLIOTECA DE EL IMPARCIAL
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Mientras Víctor leía Ja carta en la puerta de
la fonda, el humo del vapor se elevaba sobre el
Loira á cien metros de distancia, E
Era el Salmón, que se disponía á salir para
Belle-1sle, cad
Victor fué á bordo del vapor, olvidando un
“momento al vizconde herido, :
Pero la primera persona que vió sobra el
suente le recordó muy luego su adversario de
a víspera,
Esta persona era Bellecombe, que daba sus
últimas Órdenes, :
Víctor se fué derecho á €l y le tendió la
MANO.
El marino le acogió con sonrisa afectuosa,
—No vendróis á provocarme—le dijo,
No tengo ya motivo,
—¡Ahl : :
—Sé ya el nombre que vos me ocultabais.
El marino ahogó una exclamación de sor-
hresa.
P —Elleñador de Soloña—añadió Victor,—se
Lama el vizconde de Cheneviere,
—Y ¿cómo habéis podido averiguarlo?
—El mismo me lo ha dicho esta mañana,
—¡Abil ¿Le habéis visto? :
-—Me he batido esta noche con él yo.
Victor lé refirió la ocurrencia,
—¡Pardiezl —exclamó el marino con pesar,
Pero el vizconde—repuso Víctor,—me ha
dicho demasiado, y sin embargo, no me ha di-
cho bastante.
pe OS
íctor miró
tinuó:
—Me ha hablado de mi padre,
El marino palideció, dd
—¡Abl—exclamó entonces Víctor, sonroján-
dose,-—vos también sabeis algo, y os callaréis
también. :
—Sois un niño—dijo Bellecombe,—y en vez
de marearos pensando en cosas que sabréis
nás tarde, y que acaso no tienen la gravedad
que les dais; venid á almorzar conmigo y á pa-
searos á Belle-Isle, : :
: -——ANá VOY.
-- Pues bajad á mi cámara y esperad un mo-
% Inento, j .
- Víctor bejó, en efecto, y mientras volvía el
marino, leyó la postdata de la carta que hubía
fecibido.
«Desembarcad en Locmaria; encontrareis
en el puerto un cafetín que tiene por muestra
y nombre El Zorro de Oro, Pedireis una habi-
tación y esperarels.»
-—Acaso ella también sabe algo—dijo Victor,
dejando caer la frente entre sug manos,
—Pero ¿qué erimen—añadió, —qué crimen ha
podido.cometer mi padre?
Tres horas dospuós al Salmón llegaba á Be-
Me-Isle,
e E
fijamente al marino y con-
CAPITULO XXXIX
Fstratagema $0
La tarde anterior la condesa de Estournelle
Esmeralda se paseaban solas por la orilla del
mar y hablaban de sus intrigas,
—Amiga mía—dijo Esmeralda á la condesd)
—¿quiéres que te dé un buen consejo?
—Venga, pues,
- —Pues escucha: para el prisionero ruso te
llamas madama Durocher; eres un ángel y fe
ama, Mientras no te llames la condesa de Es-.
tournelle, el prisionero te a tá... tam-
bién. Pues bien, deja á Víctor en Na
Torre de Nesle,
La condesa la escuchaba pensativa, cuando,
oyendo pasos á su espalda, se volvió con su
amiga y vieron al prisionero ruso que se acef-
caba á ellas, E
—¡Ah! señora—exelamó el joven dirigiéndo=
se á la condesa—sl Supierais..,
—¿Qué os ha ocurrido?
—Ha recibido una buena nueva de París y
vengo á ponerla en vuestro conocimiento,
La condesa se estremeció,
El prisionero sacó una carta y se la ofreció
á la supuesta viuda Durocher,
—Ved—le dijo; —hay en París quien se ocupa
de mi; tengo amigos desconucidos.
La condesa leyó estas misteriosas líneas:
«El capitán Grano de Sal no ha muerto; está
en París, donde tiene amigos poderosos y tra-
baja con ellos para condundir á log despojados
res de herencias,»
La condesa pensó instintivamente en Gon
trán,
Sin embargo, dominó su emoción y continuó
leyendo:
- «Los amigos del capitán Grano de Sal agi-.
tan altas influencias cerca del ministro de 13
ue el prisionero Andre-
Guerra con el fia de
witsch pueda venir á París, y esperan obtener
esta gracia dentro de dos días.»
Mientras la condesa leía, un ligero sudor
bañaba su frente,
Pero el prisionero, entregado á su júbilo, -
decía á Esmeralda: :
—¡Ahl voy á volver á París. Yo confundiró
fácilmente, con ayuda de esos amigos, al infa-
me que, después da haberme despojado de Mi
nombre, quiere también despojarme de mi lie-
rencia. ¡Oul ¡Con qué fruición les veré salir ex-
pulsados de la casa en que nació mi padre
él, á ella, á su hijal... :
La condesa volvió á plegar la carta y se lA
devolvió al prisionero.
—Tenéis razón, amigo mio—le dijo: es pro”.
ciso ser implacable,
ntes algu-
"nos días más y conjuga con Andrewitsch el
verbo amar, Esto no será largo tampoco: te cO-
nozco y sé que Topacio no ha amado nunca.
más de ocho días. Dentro de ocho días haz ve-
nir á Víctor y.. representa una escena dela