18 iO LA BANDERA ROJA
Sin embargo, esta lucha tan desigual, no era posible
que se sostuviera. |
Los soldados iban acudiendo, dos ó tres de los piratas
habían caído ya, y por más esfuerzos que hacia Bernardo
comprendía que la pérdida era segura.
«de un tiro dió muerte ...
»
| _¡Rendíos, perros! —gritaba el gobernador del fuerte, E
cuyos hijos acababa de caer á su lado.
¡Los Titanes del mar no se rinden nunca! —contesta-
pr o E
Y como un león se lanzaba sobre los soldados.
s tres.
- Cada uno de sus golpes causaba una baja entre ellos, -
ero él estaba herido ya y de los suyos habían sucumbido