8 LA BANDERA ROJA
Uno por uno, fueron cayendo todos.
El capitán fué el último. pi,
| La sangre corría á torrentes por el puente del barco,
y cuando Rojas le dijo si debia limpiarse y utilizar aquel
bergantín, Je contestó:
—No podemos utilizar este barco. Por eso he dicho que
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César permaneció pensativo...
no había cuartel. Vamos á registrarlo, veamos lo que hay
en él, y después pondremos una mecha en la Santa Bár-
bara y que se hunda el barco con todo lo que contiene.
Cesar penetró en las cámaras y su sorpresa no conoció
límites, al encontrar en la cámara del capitán un caba-
llero de mediana edad que, sin duda, había sido herido en
el puente, y bajó hasta la cámara ó le bajaron, y allí ha.
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- Asu lado había otro que, por su traje, se comprendía
ue era un inferior, el cual estaba mortalmente herido.