2 La BANDERA ROJA
—¡Miserables! —pudo pS Cesar, levantándose y lu-
chando con el que le había cogido por los pies.
Pero ya no pudo decir más.
Sintió la fría hoja de un puñal que se introducía en su
pecho, y murmuró:
—¡Muerto soy!...
Los tres miserables, realizada su hazaña, echaron á
correr refugiándose entre ¡as breñas.
- El inerte cuerpo de Cesar, quedó tendido sobre el ta:
bladillo de madera.
En el próximo cuaderno:
OBRA DE TITANES
E att: Cortes, 605, — Apartado de pela - BARON
Imprenta «La Ibérica» calle de las dean núm. 695, — BARCELONA