Full text: El millón de la heredera

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Era éste un tal Farintosh, clérigo rene- 
gado, maestro después en el colegio Trini- 
. bario de Dublín, aventurero por último, y 
- hombre que á su absoluta falta de escrí- 
pulos reunía un gran despejo natural y 
una cierta ilustración que le hacían muy 
apto para cualquier asunto de aquella ín- 
dole. 
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EL MILLÓN DE LA BEREDERA 
ahora se atreviera á comprar podía hacer 
un negocio redondo. 
Segunda señal de asentimiento por parte: 
de Farintosh. 
—Claro es que las noticias recibidas pa.- 
rece que no dejan lugar á duda. Sin embar- 
go, la experiencia me ha demostrado que 
en los negocios no hay muchas veces nada. 
  
Erza temió ver fijos en él los vidriosos ojos del cadáver. (Pág 39-) 
-—— Ezrale hizo llamar y llevó mañosamente 
- la conversación á la crisis de los dia- 
mantes. IES AA S 
TY el caso es—insinuó—que á lo mejor 
- podría resultar que todo fuese una falsa 
' alarma. | : cane 
El ex clérigo se limitó á mover silencio- 
-samente la cabeza. Era hombre de muy 
pocas palabras. 
- —Sifueraasí—continuó Ezra, —uno que 
tan incierto como lo que parece más cierto. ' 
Tanto es así, que he pensado en arriesgar 
unas libras en este negocio. Verdad es que 
yo he venido aquí más bien por ver mundo 
que por otra cosa; pero se ha presentado 
esta ocasión y quiero probar fortuna. 
-. — Muy bien hecho—dijo por fin el silen- 
cioso Farintosh. ee | 
-- —La dificultad es que aquí todo el mun- 
do me conoce y si ven que empiezo á com- 
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