Full text: El millón de la heredera

A. OONAM-DOYLB 73 
despedida y de aliento, la buena y compa- 
siva viuda partió al trote de su ligero 
«poney». | : 
A 
Eran las cuatro en. punto de la tarde 
cuando Girdlestone hizo expedir en la ofi- 
  
  
quiebra se les echaría encima y todo sería, 
inútil. 
Los riesgos probables le parecían muy 
insignificantes. La huérfana no había po- 
dido comunicarse con nadie del exterior. 
En cuanto á los servidores, la vieja era de 
toda confianza y Stevens no sabía sino lo 
  
—¡Gracias! Es usted un hombre honrado. (Pág. 71.) 
cina telegráfica de Bedsworth este lacóni- 
co despacho: «Caso desesperado. Ven en 
seguida con un médico,» ¡ e 
Según lo convenido de antemano, sabía 
que al recibir el telegrama, su hijo se pon : 
dría en marcha acompañado del «hombre 
útil» de quien habían hablado en su últi- 
ma entrevista. Ya no había otro reme-. 
dio: era preciso que ella muriese y que mu- 
_.riese pronto. Si la resolución tardaba, la 
que convenía que supiese: el estado de in-. 
mensa gravedad de la enferma. 
Todas las probabilidades prometían, 
pues, la impunidad del crimen proyec- 
ado: | 
Mistress Scully, por su parte, también 
acudió á las oficinas de correos aquel mis- 
mo día; pero aunque muy compadecida de 
Kate, no podía creer en que se intentara 
arrancarle la vida An 
 
	        
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