Full text: El millón de la heredera

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nadando. Sabía que las olas mismas le lle. 
varían á tierra con mucha mayor rapidez 
de la que él deseaba y se dispuso para la 
lucha. | 
En efecto, bien pronto una ola inmen- 
sa se levantó sobre el arrecife y arrastran- 
do al joven como una pluma, le arrojó con 
violencia contra el escarpado. Luchando 
por mantenerse á flor de agua, extendió 
los brazos y se asió fuertemente á un sa- 
liente de la roca. El choque fué tremendo, 
pero él no soltó su presa, y cuando la ola se 
hubo retirado se encontró, anhelante y 
quebrantado, sobre un estrecho reborde, 
sobre el que apenas podía poner los pies. 
El peligro estaba lejos de haber cesado. 
Después de otras olas más pequeñas vió 
avanzar una gigantesca, que seguramente 
llegaría basta la altura en que él estaba. 
¿Podría resistirla ó no? Se agarró con to- 
das sus fuerzas, clavando las uñas en las 
asperezas de la roca hasta hacerse san- 
£re, y esperó. 
El agua se elevó en un terrible remolino 
por encima de él, envolviéndole y amena- 
zando arrastrarle en su reflujo; pero él re- 
sistió con encarnizamiento. 
Cuando el agua se retiraba inclinó la 
vista y vió, saliendo del fondo, un largo 
brazo desnudo que se asía al borde mismo 
saliente en que él estaba de pie. . 
Antes de que apareciese la cabeza, Ezra 
conoció que aquel brazo pertenecía á su 
padre. Un segundo donfuóa el rostro del 
viejo Girdlestone apareció á'flor de agua. 
Estaba cruelmente golpeado y el agua 
_le había arrancado parte de sus ropas. A 
pesar de su estado reconoció á su hijo y le 
miró suplicante, mientras se agarraba con 
todas sus fuerzas al resto de la roca. 
-_ El espacio era tan limitado que sus de- 
_4Aos tocaban casi á los pies de Ezra. 
a —Agquí no hay sitio —dijo el joven con 
o ON 
-—¡Por el amor de Dios Omnipotente!.... 
¡por piedad! AR 
—No hay espacio casi para uno solo. 
El viejo estaba colgado de los brazos 
con la mitad del cuerpo dentro del agua. 
Aquello sólo duró algunos instantes, los 
suficientes para que la memoria de su vida, 
pasada se alzase en su conciencia. +: 
-— Vió la alcoba de su emigo moribundo y 
se vió él mismo á la cabecera. 
Recordó las palabras de su juramento y. 
13 
EL MELLÓN DH 
LA HEREDERA 
le pareció que el rumor de las olas las re- 
petía á su oído: «que los mismos de mi 
carne y de mi sangre me traten á mí lo 
mismo que yo á ella...» 
Y de nuevo dirigió á su hijo los ojos su- 
plicantes. 
Ezra vió venir una ola y comprendió 
que arrebataría á su padre y que éste po- 
dría arrastrarle á él. 
—¡Déjame!—gritó con rudeza. 
—¡Ayúdame, hijo! ... 
El bijo golpeó implacablemente con el 
talón las manos de su padre y el viejo, con 
un grito desgarrador, volvió 4 sumergirse 
en el mar. 
En aquel instante una amarra descen- 
dió á lo largo de la roca y el joven com- 
prendió que se había salvado. 
XXVII 
LA NOVELA SE DESENLAZA POR DOS 
ENLACES 
La emoción del matrimonio Dimsdale 
al recibir en su casa á Kate sana y salva 
fué indescriptible. 
Después de innumerables abrazos de 
uno y otro, el doctor expulsó su indigna- 
ción contra los asesinos en esta elocuente 
forma: cel | 
—Y permita Dios que á los que querían 
asesinar á este ángel los veamos pronto 
colgados. | 
Sus deseos no se cumplieron sino en la 
menor parte. Sólo Burt compareció en el 
banquillo, y condenado á muerte, fué eje- 
cutado tres semanas más tarde, 
a 
Poco tiempo después, en una pequeña 
iglesia de Phillmore gardens se celebraron 
Simultáneamente dos matrimonios entre 
personas de clase social distinguida. 
El día de la ceremonia el barrio entero 
acudió á ver la comitiva. Se vió llegar un 
verdadero diluvio de coches, de donde des- 
cendían damas elegantes y graves y em- 
Pingorotados caballeros irreprochablemen- 
te vestidos. | | 
 
	        
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