40 E RS Conon-Doyjle.— 2 BANDERA VERDE
qua ha descubierto una catacumba nueva.
—Ya me figuré, al enseñarle estas mara-
villas, que en seguida sacaría usted esa con-
secuencia. :
-—Cierto es que su aspecto me sugirió
tal opinión, pero su última frase de usted
ha convertido en certidumbre lo que era
_ Una sospecha. Unicamente en una «cata-
- cumba se puede descubrir una colección de
reliquias como la que usted me ha indicado.
—Claro ; y no lo oculto. He descubierto
efectivamente una catacumba nueva.
¿Y dónde? . .
—¡Ah! Ese es mi secreto, amigo Ken-
-_nedy. Bástele á usted saber que está en
fal sitio, que hay un millón de probabilida-
_des contra una, de que nadie la descubra.
Es anterior á la construcción de las demás
catacumbas conocidas, y se consagró á se-
pulcro de los cristianos de alta categoría.
Por eso no se parecen en nada las ruinas
€ inscripciones que allí he. encontrado á.
las halladas hasta estos últimos tiempos.
Si no conociera el talénto y la energía de
usted, no vacilaría, bajo la. promesa de se-
creto, en confiarle todos los pormenores;
- pero en este caso creo que haré. mejor.
oc dl, redactar mi Memoria sobre este des-
cubrimiento, antes de exponerme á una com.
Pi petencia tan formidable como la de usted.
Kennedy tenía á los estudios. arqueoló-
-gicos una afición apasionada que rayaba en.
locura, un verdadero amor que le domi-
- tnaba completamente hasta. en medio de los
- placeres, que nunca dejan de rodear la
vida de un Joven rico y de costumbres fá-
-ciles, Aunque tuviera ambición, nada era
ésta comparada. con el interés inmenso que
le inspiraba cuanto concernía á la vida
antigua y á la historia de la capital: del
mundo romano. Se. había apoderado de
él un deseo frenético de visitar aquella
ciudad. subterránea. descubierta 8. su 2 >
yen, colega.
—Vamos, —Burger—dijo. seriamente—, 16 ;
ASEgUro. ps usted que puede confiar en mí.
Afirmo que, por nada del mundo me per-
mitiría. confiar al papel. sin permiso ex-
ha plícito de usted, cuanto averiguara. con su
- auxilio. Me parece muy natural el sen-
! ME. de usted, pero repito. que de mí nada
sm tiene ques temer, A nada gos usted decir
_me, me pebpomdal hacer investigaciones
racionales, y estoy seguro de descubrir ese
tesoro. Claro es que en tal caso, usaré del.
descubrimiento como quiera, porque ningún
favor deberé Á usted.
_ Burger sonrió pensativo, dejando volar
las espirales del humo de su cigarro, - y
dijo: A :
—He observado, amigo Kennedy, ' que
cuando deseo tener datos sobre cualquier
punto, no suele usted. estar Eiaaeso E
dármelos. ;
—¿Cuándo me ha preguntado usted al-
guna cosa sin que yo contestara? Recuer-
de usted que yo le proporcioné todos los
materiales para su famosa Memoria sobre
el templo de las vestales.
—Verdad es, pero era estudio de poca
importancia. Y si le dirigiera á usted una
pregunta de orden íntimo, ¿estaría usted
dispuesto á contestar? Esa nueva catacum-
ba es una cosa casi íntima para mí, y si
le diera á usted los pormenores que me:
pide, quisiera que usara CORmuEO: Le mis-
É ma confianza. :
—¿ Adónde diablos va usted á parar?
_No puedo adivinarlo, pero si me da á en-
tender que contestará usted á las pregun-
tas que le dirija sobre su. descubrimien-
to si por mi parte contes to á las que me
haga, afirmo que le epocas con. mu-
cho gusto.
—Bueno—dijo par NA e
modamente ' en el sillón y lanzando al aire.
: volutas de humo azul—; pues, entonces cuén..
“teme usted sus. relaciones. con Mary Saun-
_derson. ad
Kennedy dió un brinco, S dirigió furio-
Sas miradas á su. apiñer sed Hguld
- impasible. j
—¿Qué e usted ase ?—exclamó—. |
¿Qué pregunta es esa? Si.es broma, le
advierto que no me hace maldita la gracia.
- —No es broma — contestó gravemente.
Burger—. Los pormenores de ese amoría
me interesan mucho. Conozco poco el mun.
O BR mujeres, las costumbres | sociales,
etcétera, y siento el atractivo de lo desco-
nocido.. Ay usted lo CONOZCO íntimamente;
á ella la he visto algunas veces, Ni hasta
le he. hablado, De modo que me alegra ,
of