27 ie A. CONAN-DOYLE
—Pero..
minuto.
—Seguramente.
—¡Pues... huyamos... entonces!
--No. Nos quedaremos aquí.
- —FEstáis loco... archiloco.. . Después de
todo quedáos vos, si queréis. Yo parto.
Y. corrió á la puerta. Pero el viejo se
colocó delante y lo detuvo con un gesto
autoritario.
- Luciano, no sois más que un imbécil,
un engañado, ¿lo oÍs?, engañado misera-
blemente. »
"Lesage estaba petrificado. De pronto
- súbita luz iluminó el caos ame turbaba su
alma. E
-—¡Vos, vOoS, Carlos.
. la policía vendrá antes de un
un espía...!—bal-
y el viejo tuvo 1 una risa muda que me
ara que éfais: el alma' de nuestra so-
dad —repuso Lesage—; vos, el presi-'
.
al habéis E
jadme huir! ¡ ¡Os le as ASE Dejadme butt
La casa: polo de madera vieja se mo--
lentamente de derecha á izquierda.
El joven se. daba de ren en la
—¡Un espíal—repetis. y ¡Gáirlos, un es- JA
pía! Pero ¡si érais el más revolucionario |
de todos! ¡Cuántas veces os hemos ro=
deado para escuchar vuestras ES truendo..
subv ersivas!. i
Ne cibicallo peuscil
e y olad:
de ideas:
en. a
un movimiento del joven—; aquí os que-
daréis, muerto ó vivo.
Lesage se echó á llorar, balbuceando:
—¡Ah! sois muy fuerte. Bien está; pero
ya veremos cómo explicáis vuestra con-
ducta al emperador... porque no me im-
pediréis hablar.
—Precisamente-—observó el viejo, y
sacando la pistola apuntó á Lesage—no
había yo aún decidido en qué estado os
entregaría, y más vale que sea... muerto.
Cuando el combate de Toussac con el.
perro había yo temblado de. horror; pero
ahora un sentimiento inexplicable se apo-
deraba de mí: vergúenza, asco, piedad,
con mezcla de desesperación por estar
alí encerrado en aquel antro infecto.
Sí, viendo á aquel joven elegante, de
poético rostro, predestinado á la contem-
plación y á las alegrías tranquilas, sub-
yugado por una voluntad superior á la
suya, inepto para desempeñar el terrible
' papel que le habían impuesto, olvidé su
astucia, su cobardía y hasta el encarni-
zamiento con que había reclamado mi
- muerte. Entonces, sin poder aguantar A
qe más, salí del armario y me eones e
tre el viejo y Su víctima.
En este momento confuso ruido de vo-
ces. y sonar de iD llamaron nues-
: tra atención.
—¡En nombre del emperador! —gri- o
taron..
YA puerta cayó derribada. con es-
El viento. penetró en la ia: Bajo ' la
1d lluvia: que caía sin tregua distinguí. un
- grupo de caballeros. De los más lejanos
s sólo se distinguían los plumeros ondean-
y AOS las flotantes capas; pero los que se
bían adelantado y se veían á la luz de
lámpara se nos presentaban bajo A
pita de: lead Y e de
on botas hasta la a rodilla, uni-
a. Un buen
do li ojos : egros y largos 5
ue: asalan sel barbuquejo desu
Ñ aba á maravilla, :