ARTURO CONAN-DOYLE : 25.
El pasado de todos ellos debía de ser
sombrío. Detrás del mostrador estaba el
amo de la «Guarida de los Tigres». Qui-
zás á él le debiera el nombre, pues aquel
hombre alto, seco, nervioso, de pelo rubio,
tirando á rojo, de cara pálida y llena de
pecas, de barbilla abultada, recordaba en
realidad al tigre.
Tedas las miradas se fijaron en el parro-
quiano que entraba, y los clientes se agita-
ron y se miraron recelosamente. :
Pero el hombre del paraguas y el som-
brero de copa adelantó hacia el amo, sa-
El hombre del paraguas y el sombrero de copa
it ee en la. EBerOn:
ludando Ae y abiaes con él.
algunos minutos. Este abrió una puerta
¿para que el visitante entrara en un cuar-
tucho mal alumbrado.
—Aguarde usted aquí—le dijo tedio:
te—. ¿Hay que servirle á usted algo?
Sin soltar un momento el paraguas, el
individuo sacó un bolsillo y le pa una
moneda de oro.
—Tráigame una botella ls vino y mándo- ,
me usted Á ese individuo.
- —Aquí estará dentro de medio minuto— ;
respondió el amo, que había entrado en
el cuarto con el recién: llegado; y luego, ba-
jando la voz, añadió:-Tenga usted cui-
dado, porque el mozo tiene malas pulgas.
nació edo llevo con: la Luis Ye
no quisiera que hubiese una muerte en
casa. :
—Le ruego á usted que no tenga cel
menor cuidado—contestó el sabio con voz
muy tranquila—; ningún motivo hay para
que ese hombre me tenga mala voluntad.
—Es un loco—murmuró el amo volviendo |
á la sala de la taberna.
En aquel mcmento, casi todos los parro-
quianos saltaron de los asientos, se preci-
pitaron al mostrador y An á hacer.
ruidosas preguntas.
—¿Quién es? ¿Un polizonte? ¿Será un
espía? No entregarás á o de nos-
otros, ¿verdad? : o
-—¡Todo..eso son tonterías nta con
viveza el amo—; sentáos “tranquilamente. sas
Es uno que tiene que hacer un trato con
uno de vosotros. Barneby Cram,
busca. | |
—iA mí?
El que había dicho aquello con tono in-
quieto y alegre á la vez, era de una esta-
tura gigantesca. Debía de haber tenido una
fuerza hercúlea, porque debajo de su: cha: >
, queta verde, remendada y sucia, se dibu-
_jaban todavía músculos respetables. :
Pero la cara, adornada con barba canosa, ae
tenía esa palidez enfermiza que sólo el
aire viciado de una cárcel cn es
- dar al rostro humano. 7
La mirada temerosa, aunque «viva, que e
surgía. bajo las. estrechas cejas obscuras,
era la le un preso que siempro tiene que
desconfiar de toda. persona | á quien. en
cuentra. ,
-—Ven acá—dijo 4 Cram el amo. de"
- taberna—, creo que ahí ganarás dinero;
pero guárdate muy bien de hacer una fe-
choría con ese hombre. Si acaso, que ee
( fuera” de aquí.
Entre tanto el amo había sacado de una
alacena una botella cubierta de telarañas,
alcanzó dos vasos y entra: con Cram en sE
cuartucho. | pe
Colocó botella y vasos en pe mesa, de
- lante del extraño ES y ea o
señalando á Cram:
_—Este es el e osbel
—Muchas gracias—contestó el bio co-
locándose bien los anteojos—. Tenga usted
la bondad de dejarme solo con el señor.
ás