esas pasiones que de
LA TORRE DE NESLE
¡Ella! ¡Con su cuerpo escultural,-sus
abundantes cabellos del mismo rubio lu»
minoso que los de Afrodita al salir de las
aguas, con sus ojos velados por las pes-
tañas, por entre las cuales brotaba a ve-
ces una fulgurante llamarada, con su. 8e7
no que palpitaba tumultuosamente; como
si en aquel momento inolvidable su amor
hubiese soñado aprisionar al pueblo en-
tero!
¡Ella, cuyo nombre no se pronunciaba
sino con apasionada admiración!
¡Ella!.....¡La reina! ¡Momerigas E Bor-
goña!.....
Brá avella,¡enejal , a Margarita de. Bor
goña aquien con una mirada de insensata
pasión contemplaba Felipe d'Aulnay, en
tanto que su hermano Gualter y Buridan
clavaban sus. ojos en el primer ministro,
Enguerrando de Marigny. |
Y allí, en aquella esquina de. la calle
de Saint-Denis, detúvose un instante el
cortejo.
La' reina se inclinaba en aquel momen-
to, como para saludar mejor al pueblo, Y
ál hacer aquel movimiento, sus ojos tro-
pezaron con.el hombre que estaba allado
de Felipe d'Aulnay, con,el novio de Mir-
tila, con Buridán.....
Margarita como; un estremeci-
miento; a flor de carne. Palideció,: como
había palidecido' Felipe. Palpitó su. pe-
cho. ¿Lanzó.un suspiro. de amor... Un
suspiro: de ardiente pasión:...., de. una de
voran; que aniquilan
sintió
y matan:
Yael cortejo reanudaba suymercha.
¡Pelipe 4 'Anlnay,. cruzando las: manos
ensactitud de sig ión, balbuceós,
¡Margarita! s.
Y Margar isa de. Borgoña, la-reina de
Francia, murmuraba a tiempo que ps:
suspiro moría en sus labios:
—¡Buridán!... A
Y en aquel momento; enklas asía a
mn :
Felipe y a su hermano de la O y les
decía:
—¡A Montfaucon!
Era a Montfaucon, en efecto, adonde
se dirigía el cortejo real.
Por las calles, en las que se agolpaban
los doscientos mil habitantes de París, 0s-
cilando con imponente flujo y. reflujo,
desfilaba la comitiva, precedida por el
preboste, que desde lo alto de.su: corpu-
lento caballo con gualdrapas azules florr
delisadas de oro, decía a voz en grito:
- —¡Paso al rey! ¡Paso a la reina! ¡Paso
al muy poderoso conde de Valois! ¡Paso
a monseñor de Marigny! ¡ATQUeros de la
guardia, apartad al pueblo!
Rodeado de guardias a caballo con 0n-
deantes pendones, de «obispos resplande-
cientes de pedrería en sus caballos en-
cubertados de oro, de. capitanes con p.e-
nachos de plumas,de nobles arrogantes,
el duque de Nivernais, el conde de Ku,
Roberto de Cl lermont, el duque de. Charo-
lais, Gofredo de Mabesbroit, el señor
de Coucy; Gaucher: de Chátillon y-otros
tien merca ais con Tropa) jes suntuosos, Te”
camados, vistosos, con rutilantes arma-
* duras, con yelmos de cimera, con capas
“azules, de. armiño y de púr pura; escolta -
do por hombres. de armas cubiertos de
hierro, por "gu uardias revestidos de acero,
en prestigiosa. cabalgata, en la QUe res-
plandecía el lujo y el espíritu belicoso del
feudalismo entre, aque ] aparato de, poder
y de gloria, entre el rumor de Jas.aclama-
ciones, ara qomo se. aparecía el rey Ll. ¿
¡El ¡rey! Hoy.tam:sólo.una palabra. Fa
aquella. época, una cosa terrible, wwsér
excepcional, más BR óximo-al cielo que.a
la tierra.
Elegante, audaz, robusto, en la Mor: de
Sus veinticinco años, Luis ¡X songeía Al
pueblo; hacía caracolear á su caballo,
trocaba bromas con los hidalgos, saluda-
ba a las mujeres y daba los buenosidías
a los hombres.
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