—Ese es mi eS de súbdito fiel, y. de
caballero—dijo Trencavel—. Vuestra Ma-
jestad no tiene mandar. Yo no
tengo que hacer más que obedecer.
—He aquí mis órdenes: Para
para Marigny, para Valois, hasta para el
mismo rey, en fin, para todos, tros
prisioneros han aprovechado un momen
más que
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la
to.de confusión para.escaparse ¿Compren-
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—Sí, señora—dijo el capitán, sin pesta-
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—¿En dónde están los prisioneros?
—Aquí, en la habitación conti
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LA TORRE DE NESLE
—Bien.. Entonces no- tenéis que hacer
más que retiraros con vuestros hombres.
—¿Y quién custodiará los prisioneros?
—¡Este hombre! — dijo Margarita—.
Desde este momento él me responde de
ellos. Ya le he dado órdenes.
Hugo de Trencavel se inclinó profun-
damente, lo mismo que el hombre miste-
rioso.
Ei capitán de guardias
jaron. En cuanto al desconocido,
gió a la habitación en que estaban ence-
rrados Buridán y los dos enmascarados.
. Aquel hombre era Stragildo.
y la reina se ale-
se diri-
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