Full text: La Torre de Nesle

  
  
  
      
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a LA TORRE DE NESLE 
que hervían, y su mano se extendía hacia 
los manuscritos abiertos sobre la mesa de 
ébano. Murmuraba sordamente algunas 
. palabras, que llegaban a los oídos de Mir- 
tila, loca de espanto. 
—En esta noche—deciía—, en esta no- 
che misteriosa en que en elinmediato ce- 
menterio los vivos van a ponerse en con- 
tacto con los muertos, os invoco, os lla- 
mo, espíritus de la ciencia única, seres 
etéreos que podéis comunicar el poder a 
estas hierbas, que podéis transformar esta 
agua impura en un licor mágico. Si los 
libros dicen la verdad, si el decir de amor 
no es una mentira, si he leído bien y he 
pronunciado bien las palabras misterio- 
sas, debo dar cima a mi obra esta no- 
Che..... esta noche propicia a la obra ul- 
trahumana, puesto que los muertos van a 
salir de sus tumbas. : 
Trémula, oprimido el pecho por inde- 
finible angustia, Mirtila escuchaba, sin 
comprender. Acometíala una especie de 
locura. Quería entrar bruscamente en el 
laboratorio, desafiar a la hechicera, tirar 
al suelo los recipientes, romperlos..... Sen- 
tíase dominada por el terror. | 
En aquel momento un vivo resplandor 
rojizo iluminó la alcoba que le estaba 
destinada. 
Sintió un estremecimiento nervioso, se 
volvió, y vió que aquella luz de reflejos 
fantásticos entraba por su ventana..... 
¿Qué sucedía afuera mientras en el in- 
terior Mabel se entregaba a aquel traba- 
jo diabólico? La irresistible curiosidad 
qué había empujado a Mirtila hacia la 
puerta, la arrastraba a la sazón hacia la 
ventana. 
La abrió y sus manos se crisparon en 
los barrotes, porque se sentía desfallecer. 
Y entonces, pasando de una escena de 
horror a otra escena de horror, sintiendo 
que un nuevo espanto venía a acrecer su 
primitivo espanto, he aquí lo que vió: 
La ventana daba al cementerio de los 
Inocentes. En aquel cementerio congregá- 
base una multitud a la luz de las antor= 
chas de resina clavadas en el suelo. Una 
multitud extraña, semejante a la realiza- 
ción de una visión de delirio; una multi- 
tud que aullaba, que lanzaba gritos inar- 
ticulados, lamentos, quejas furiosas 0 
desesperadas; una multitud entre la que 
había monjes, artesanos, reyes, Obispos, 
músicos, médicos, cardenales, mujeres, 
reinas, burgueses, rameras, todos confun- 
didos en frenéticos abrazos, lanzando to- 
dos en el silencio de la noche gritos in- . 
sensatos, cogiéndose de la mano, soltán-= 
dose, volviéndose a coger y girando en 
torno a un tonel colocado junto a una 
tumba abierta, vacía..... 
Y encima de aquel tonel, un esqueleto 
envuelto en una amplia capa negra; un 
esqueleto del cual sólo se veía el rostro 
contraído por repugnante sonrisa, por 
fantástica mueca. Ese esqueleto reía en 
medio de los lamentos desesperados de la 
multitud, y en una vihuela de arco toca- 
ba una danza animada, viva, ligera como 
danza de hadas, una música graciosa y 
sencilla, y que precisamente por serlo re- 
sultaba en tal momento, en tal lugar, en 
tales circunstancias, más fúnebre y más 
triste..... (1). 
(1) Medio siglo después, Holbein, con su. 
genial intuición para la disposición de esce- 
nas fantásticas, debia roproducir este espec-. 
táculo de locura en el osario del cementerio 
de Basilea. El cuadro que compuso fué gra- 
bado y reproducido en Francia, en donde 
alcanzó un éxito que puede calificarse de 
estupendo, y cuya fama ha llegado hasta 
nuestros dias. Holbein no hacia más que re- 
producir el espectáculo teatral de la Danza 
macabra (*), espectáculo que sólo se repre- 
sentó muy pocas veces en Francia. Pero este 
mismo espectáculo teatral había sido inspi- 
rado por las escenas de delirio histérico des- 
arrolladas en el cementerio de los Inocentes. 
Una de estas escenas es la que nosotros tra- 
tamos de reproducir aqui. 
(*)_ No sólo en Basilea, patria de Holbein, sino en otras 
muchas ciudades de Alemania y de Flandes, se conservan 
representaciones de danzas de esqueletos o danzas maca- 
bras, asunto muy popular en la Edad Media y que mu- 
non pee adoptaron por tema de sus composiciones, 
.de la D, . 
  
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