Full text: La Torre de Nesle

  
  
  
  
  
    
y 
—Vuestro hijo, Ana de Dramans, vues- 
tro hijo vive. Yo le conozco. Le he visto. 
Le he hablado todos estos días. Ana de 
Dramans, ¿queréis volver a ver a vuestro 
hijo?..... 
—¡Vivo! —jadeó Mabel. 
—¡Vivo! —afirmó solemnemente Lan- 
celot Bigorne—. Lo juro por ese niño, a 
quien he aprendido a querer; lo juro por 
la sangre de Cristo; y si miento, haga el 
Cielo que mi alma vague durante toda la 
eternidad desde los sombrios parajes del 
Purgatorio a las abrasadoras llanuras del 
Infierno. ¡San Babolín me ayude; jamás 
he hecho juramento como éste! 
Entonces, en tanto que Mabel, palpi- 
tante, loca de alegría, inclinada hacia 
adelante, pendiente de los labios de Lan- 
celot, escuchaba con toda su alma, el 
aventurero contó cómo no había tenido 
valor para ejecutar la orden de Valois, 
cómo había dejado al niño en una choza 
abandonada, para devolvérselo luego a la 
madre, y cómo, al volver a buscarle, no 
le había encontrado. 
Luego refirió cómo Juanito había sido 
hallado por un hombre y una mujer, que 
se lo habían llevado a Bethune: todo el 
relato que le hiciera Simón Malingre. 
—¡Hola! —añadió de repente, cuando 
hubo terminado —¿qué hacéis?¡El Demo- 
nio me lleve si no me partís el corazón... 
¡Cómo! ¿Qué es esto que tengo en los 
ojos?..... ¿Lloro?..... ¡YOluco 
Lancelot Bigorne lloraba; era verdad. 
Lloraba al ver llorar a la madre de 
Buridán. 
Esta había caído de rodillas. Había co- 
gido las manos ásperas (y añadiremos 
que muy sucias) de Lancelot Bigorne. Las 
cubría de besos, y gemía: 
—¡Y yo que te maldecía! ¡Yo que te 
deseaba la muerte y el tormento! ¡Pensar 
que mi hijo vive! ¡Pensar que tú lo has 
salvado, mi buen Lancelot! ¿Hay en el 
Apo or O a. AA or JA 
Ade E 
LA TORRE DE o 
mundo hombre mejor que tú?..... ¿Cómo 
es? Alto, fuerte y guapo, ¿no es verdad? 
¡Era tan robusto entonces! Y cuando ce- 
rraba los puñitos verdaderamente se hu- 
biera dicho que quería pegar. Yo tengo 
gran valimiento, ¿sabes, Bigorne? ¡No te 
preocupes por nada! Serás rico. Yo me en- 
cargo de ello... Sí, pero, ¿no ha sufrido mu- 
cho mi hijo? No..... los que lo recogieron 
eran buena gente..... ¡Con tal de que no 
haya olvidado a su madre!... Dime lo que 
quieres y lo tendrás, mi buen BigOlM6..... 
Lancelot se secó los ojos y respondió: 
— ¡Por los cuernos de Satanás! En este 
momento querría una cosa. Hallarme le- 
jos de aquí. En cuanto a la riqueza, no la 
desprecio, puesto que si me registrasen 
convenientemente no me encontrarían un 
sueldo, ni un ardite; sin embargo, como 
el dinero no puede servir más que para 
comer bien y beber mejor, como para co- 
mer y beber es necesario vivir,como para 
vivir es necesario... ] 
Lancelot Bigorne hubiese continuado - 
su sabia deducción lógica; pero ya Ma- 
bel se había levantado y le arrastraba 
tras sí. Al salir del calabozo tropezó con 
los arqueros, que la esperaban. 0 
—¡Ah! ¡Ah! —dijo Juan de Precy— nos 
traéis a nuestro hombre. El tunante tie- 
ne muchos deseos de que se le aplique la, 
tortura. Y qué, mujer, ¿qué has decidido? 
¿La horca? ¿El tormento? ¿La estrapada? 
—La libertad—respondió Mabel—. ¡De 
orden de la reina, este hombre está libre! 
—¡De orden de la reina! — repitió el pre- 
boste, con una entonación graye que ape- A 
nas disimulaba su asombro. ; 
Los arqueros, al oir las palabras de 
«De orden de la reina», se cuadraron y 
saludaron, como si la;reina hubiese esta: | 
do presente. - 
, —¡Carcelerosl—dijo el preboste—, abrid y 
las puertas al prisionero y hacedle salir 
del Chátelet. 
e.oovor”e. por... . 
y 
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