Full text: La Torre de Nesle

  
Muy cerca del Louvre estaba la calle 
Fromentel o Froidmantel, angosto calle- 
jón por el que apenas podían pasar de 
frente dos jinetes. Porque en aquella épo- 
ca las calles no eran más que callejones, 
y los callejones, pozos. 
París no era todavía la hermosa ciudad 
que debía llegar a ser más adelante, bajo 
Francisco 1, y que no debía alcanzar su 
completo desarrollo sino a partir de En- 
rique 1V. 
En la remota época en que reinaba el 
rey Luis Hutin, París era uninextricable 
laberinto de calles tortuosas, caprichosas, 
irregulares, retorcidas, en las que las ca- 
sas se hallaban situadascada una a su ma- 
nera, de frente, de costado, a lo ancho, a 
lo largo, colándose ésta en la calle repen- 
tinamente, y desviándose aquélla por el 
contrario; una maraña impenetrable en 
la que las iglesias, los palacios señoriales 
las picotas y las horcas eran otros tantos 
hitos; un hacinamiento informe de casas 
- jibosas o cojitrancas que se apoyaban, 
se'encaramaban o se sostenían unas en 
otras, a la buena de Dios; una confusión 
de tejados que amenazaban desplomarse, 
dé-aleros picudos que se tocaban de lado 
V 
al 
a lado de la calle y bailaban en los aires ' 
una danza insensata, de fachadas con 
La 
21 
- : LAS CITAS MISTERIOSAS 
cruceros de madera, de ventanitas de vi- 
drios sujetos por cerquillos de plomo y 
distribuidas al azar; una protesta general 
contra el orden, una rebelión universal 
contra la simetría, la exuberanciá de la 
fantasía, una independencia desatinada, 
con la cual tarde o temprano habían de 
acabar de consuno la policía urbana y el 
Arte. Porque la independencia es tan pe- 
ligrosa para el aspecto de una ciudad 
como. para «el espíritu de: un pueblo.-Y 
_preciso:es decir que entonces había en las 
costumbres más independencia dela que 
se podría suponer. El pueblo hablaba al 
rey como*seguramente no se atrevería a 
hablar hoy a un guardia de Orden públi- 
co. En cambio, comoda: sociedad. estaba 
en estado de guerrá perpetuo, ahorcaban 
a las gentes por crímenes que hoy harían 
sonreir al guardia de Orden público. Y 
nadie se maravillaba, como nadie se ma- 
ravilla de oir un-disparo en la guerra. Se 
atacaban yse defendían desde el primer 
peldaño hasta el último de la escala so- 
cial, y nada más. uk 
Volviendo a la calle Froidmantel,.re- 
petimos que era una calle:o más bien un 
callejón lóbrego;, por entre cuyas cásas 
apenas encontraba el sol. un «resquicio 
para echar una miradita al enlodado 
 
	        
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