LA 1IORRE DE NESLE
y vique los cuervos caían sobre esta
casa.
— ¡Valois! —balbuceó Buridán, que se
sentía invadido por un vago terror. ¡Va-
lois! ¿Dices que es Valois el que ha veni-
do aquí?..... :
-—Monseñor Carlos, conde de Valois,
príncipe del infierno, tío del rey y primo
de Satanás. ¡Sí, señor; Valois en carne y
hueso! Valois que venía, como pude aye-
riguar por los graznidos de aquellos cuer-
vos, a prender a la doncella...
—¡A prenderla! — murmuró Buridán,
estremeciéndose violentamente.
—¡Y eso es lo que hizo ese esbi-
o : :
—;¡Presa! ¡Mirtila, presa!.....
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—¡Y encerrada en el Temple! ¡Tan cier
to como que el sol nos alumbra! ¡Tan cier-
to como que soy cristiano! ¡Tan cierto
como que odio a Valois y como que daría
hasta la última gota de mi sangre por
encontrarme a solas con él una noche en
cualquiera callejuela....., a esa muchacha
la han llevado al Temple!
Un terror insensato sé adueñó del co-
razón de Buridán. -
. —Pero, ¿por qué? --aulló, mesándose los
cabellos.
-—Porque la acusan de haber hecho un
maleficio contra el rey; los arqueros gri-
taban: «¡Muera la hechicera!»
Buridán se dejó caer en el sillón, ago-
biado, anonadado.