Full text: La Torre de Nesle

  
  
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LA TORRE DE NESLE 
EL HUERTO DE LAS ROSAS 
Ll 
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Cerca del Temple, casi a la sombra si- 
niestra de aquella lúgubre y, silenciosa 
prisión, por cuyas cercanías nadie se atre- 
vía a aventurarse, había un eercado fló- 
rido, lleno de gorjeos de pajarillos, una 
mota de deliciosa e imprevista alegría, 
algo así como una primavera que se aga- 
zapase al pie de un hongo: monstruoso. 
Le llamaban el Huerto de las Rosas, 
precioso nombre de aquel poético jardín 
en el que, al llegar la primavera,  flore- 
cian, en efecto, en maravillosos-rosales 
magníficas rosas de todos los matices. ' 
En el cercado: habíá una casita muy 
linda, una joya, con su tejado 'picudo;:su 
torrecilla y sus ventanas ojivales de eris- 
tales de colores; un hogar que a 
felicidad. 
Y en él, en aquella clara:mañana en que 
soplaba como una caricia una brisajugue- 
tona, en una habitación adornada conher- 
¿10805 tapices y muebles ricamente talla- 
dos, había un grupo que era un encañitode 
juventud y belleza..... ¡dog enamorados! 
Ella delicada, esbelta, bellísima; él del- 
gado, arrogante y elegantísimo, eon su 
traje un poco raído. 
En el fondo de la. estancia, una mujer 
ya vieja, de tez púlida, de sonvisa: melo- 
sa, clavaba en ellos su mirada torya. 
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—Adiós, Mirtila....., 
murmuró el joven. 
—¡Mañana!—respondió la joven.—¡Ma- 
ñana!, ¡ay! ¿Puedo tener la-seguridad:de 
verte mañana, cuando corres un peligro 
tan terrible? ¡Oh! ¡Si me amas, Buridán, 
renuncia a esa locura! 
Enlazados los brazos al cuello de su 
amado, sueltos los rubios cabellos que 
hasta mañana— 
caían en cascadas de oro, llenos de lágri- ; 
ke 
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mas los azules ojos, suplicaba: 
-—¡Piensa que esta noche vendrá mi pa- 
dre! ¡Piensa que esta noche le confesaré 
nuestro amor! j 
—¡Tu padre, Mirtila! —exclamó el jo-.. 
ven, estremeciéndose. 
+18) Juan, sí, esta noche lo:sabrá todo 
mi padre! 
—¡Tu padre!..... Pero tu jade a quien 
no conozco: y. que no:me- conoce, ¿me 
aceptará? ¿Quién sábe?..... ¿Y quién es tu 
padre? ¡Oh, Mirtila, desde hace seis me- * 
ses en que te me apareciste en este:escon- 
dido jardín, desde la nóche en que fijaste 
en mí tu dulce mirada, ¿cuántas veces:no 
he tratado. de entrever a ese hombre que 
es tu padre? ¡En vano! ¡Siempre en vano; 
La viéja:de mirada torva se adelantó: 
Maese Claudio Lescot =—dijo=, anda 
siempre por montes y valles en el remoto 
 
	        
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