Full text: Buridán

q 
j 
| 
  
BURIDAN 
MN 
tiempo alguno de los secretos que se ocul- 
tan en esta Torre, que a veces contempla 
desde las ventanas del Louvre con aire 
Pensativo? ¿Puedo olvidar que el otro día, 
Si no hubieses llegado a tiempo, el rey, 
Cuyas sospechas se han despertado ya, 
tal vez hubiese adivinado por qué no po- 
día enseñarle las esmeraldas que me ha- 
bía regalado, y que en ese caso yo esta- 
ba perdida? 
Aquella a quien llamaban Mabel, mien- 
tras la reina hablaba la miraba fijamen- 
te, como si tratase de leer en lo más po 
fundo de su alma. | 
—De modo—dijo—que si tuviese que 
Pedir algo a la reina..... 
Margarita la interrumpió con un grito 
de alegría. 
—Nunca me has pedido nada. repro 
has rechazado las demostraciones de mi 
agradecimiento, y bendeciré la hora en 
que al fin necesites de la reina. Habla, 
Pues; dime lo que quieres. Si es oro, pue- 
do enriquecerte en el acto. 
Mabel, antes de responder, se adelantó 
hacia el parapeto de la plataforma y di- 
tigió una mirada, úna extraña mirada a 
aquel punto de París que pocos minutos 
antes contemplaba Margarita. Luego vol- 
vió sus miradas hastá el mismo pie de la 
Torre, en donde, inclinándose sobre el 
parapeto, trató de entrever en la obseu- 
ridad alguna cosa, o a alguien que allí 
debía de estar, sin duda; pero la Torre 
era demasiado alta, y no vió nada. 
- —Señora—dijo, volviéndose hacia Mar: 
_garita—. Decís que siempre llego en el 
_ Instante en que es preciso alejar de vos 
Un peligro. ¿Os amenaza, pues, alguno en 
€ste momento? * 
—Sí contestó la reina, con voz sor- 
da—. Felipe, ese Felipe a quien hice en- 
Cerrar en una mazmotra, en donde debía 
Morir..... Pues bien: por no sé qué trai- 
ción, el rey ha sabido que ese hombre 
está en uno de los calabozos del Lou- 
147 
vre..... el rey quiere verle..... Y a estas 
horas tal vez esté hablando con él Felipe 
d”Aulnay..... a no ser que Stragildo haya 
legado a tiempo—añadió, con una sonri- 
sa terrible. 
—¿Stragildo?—interrogó Mabel, 
—$í. Ha ido al Louvre, y si llega á 
tiempo al calabozo de Felipe d'Aulnay, 
el rey no encontrará más que un cadá- 
er. Pero, veamos, ¿qué tienes que pe- 
dirme? 
Mabel guardó silencio un instante; lue- 
go, con ún acento tranquilo que resulta- 
ba fúnebre, dijo: ' 
—Stragildo no llegará “a tiempo al 
Louvre. 
—¿Qué quieres decir? —murmuró la 
reina, estremeciéndose, 
-—Quiero decir, que hace unos instan- 
tes fuí al Louvre, con la esperanza de en- 
contraros allí. Como no os hallé, adiviné 
qué pensamientos, o mejor dicho, qué fa- 
talidad os había arrastrado a la Torre 
de Nesle; en esta noche en que se deci- 
de la suerte de tantos seres cuya existen- 
cia ha estado ligada a la vuestra. Quie- 
ro decir, que en el momento en que salía 
de la fortaleza real para venir aquí, el 
rey se encaminaba al calabozo número 
cintoó..... 
La:reina lanzó como:un gemido de es- 
panto, y sus ojos extraviados'se elavaron 
en el Louvre, tuva fantástica silueta, que 
se recortaba sobre el fondo negro del cie- 
lo, se entreveía al ótro lado del Sena. 
¡Estoy perdida'-—-murmuró, 
-¡Agí'lo creo!-—dijo Mabel, con espan- 
tosa 'cálma, 
La reina se estremeció. Luego en aquel 
instante se jugaba la vida; reunió todas 
sus fuerzas; todas sus facultades, impuso 
silencio a su terror, y exclamó: 
— ¡Está bien!; voy al Louvre, y allí sa- 
bré si puedo defenderme aún o si al fin 
va a cumplirse mi destino. 
Mabel detuvo con un ademán a Márga- 
+ ¿e 
 
	        
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.