Full text: Buridán

  
  
  
  
  
BURIDAN 
bía desaparecido de la mor A dé Buri- 
dán. Gracias a esa especie de franemaso- 
hería de la Corte de los Milagros, apenas 
se había señalado la presencia de los dos 
intrusos circularon en breves instantes 
las órdenes oportunas. 
— ¿Nos esperabas? — dijo Malingre, 
tranquilizado ya con la presencia de Bi- 
gorne. 
—Quiero decir que te he buscado por 
todas partes, después de la interesante 
conversación que hemos tenido en casa 
de Noel el Patizambo. Así es que al verte 
aquí he creído que habías venido única" 
mente para hablarme del asunto. 
—¡Ahl : go 
—Y me confirma más esta opinión la 
presencia de la apreciable Gillonne..... 
¿Es que habrías renunciado—agregó Bi- 
gorne, con inquietud—a..... aquello que 
me dijiste? 
Malingre lanzó una rápida mirada a 
Gillonne, +.» diciendo: «¡Vaya un en- 
cuentro afortunado! ¡Con la ayuda de Bi- 
gorne estamos seguros del triunfo.» 
—No he renuuciado a nada—continnó 
en alta voz—. Al contrario, mi proyecto 
se ha engrandecido, se ha perfeccionado. 
— ¿Es decir, que se ha convertido en un 
gran proyecto? 
—Grande, así es. ¡Grande como la co- 
lina de Montmartre! 
— ¡O como la de Montfaucon! — dijo 
fríamente Bigorne. 
- —¡Justamente! —asintió Simón Malin- 
gre, echándose a reir. 
Pero Gillonne comprendió, sin duda, la 
alusión a la horca que encerraban las pa- 
labras de Bigorne, porque se estremeció, 
y mirando a éste fijamente, dijo: 
—Toda la cuestión está ahora en saber 
si Lancelot Bigorne sigue siendo de los 
nuestros o si renuncia a repartir con nos- 
Otros la fortuna que vamos a ganar. 
—¿La fortuna? ¡Diantre, no! No renun- 
cio a ella. Ya tengo gana de agarrar por 
_ditar. 
su único cabello a esa caprichosa diosa 
que aún no se ha dignado dirigirme la 
más ligera mirada. Veamos. ¿Se trata 
de?..... 
Bigorne hizo además de dar una puña- 
lada. 
-—¡Síl—dijo Simón Malingre. 
— ¿Buridán? — pregunto Bigorne, con 
tenue voz. 
— ¡Sí! —repitió Maligre. E 
Lancelot bajó la cabeza y pareció me- 
Gillonne estudiaba atentamente 
los cambios de aquel movible rostro. En 
cuando a Malingre, estaba seguro del 
triunfo. Al cabo levantó Bigorne la cabe- 
za y lanzó un rebuzno. 
—¿Cómo? —dijo Malingre, asombrado, 
repitiendo las inarmónicas notas de la 
onomatopeya asnal. 
—Nada. Es una manera que tengo de 
hablarme a mí mismo cuando quiero 
aclarar las ideas. Veamos: si yo no re- 
cuerdo mal, se trataría, como dice el se- 
ñor Buridán, que ha estudiado para doc- 
tor, de formar un silogismo, a saber: 
1.2 Probamos al noble conde de Valois 
que Buridán es su propio hijo. Y como 
Valois quiere desde luego desembarazar- 
se de un hijo que le estorba..... ¿No es así? 
—Bigorne, siempre he ereído que eras 
un verdadero doctor—dijo Malingre. 
—Bueno. Falta la conclusión: envia- 
mos a Buridán ad patres...... 
—¡Y Valois paga la misa de requiem! 
—agregó Malingre, con una carcajada—. 
Pero no es eso todo. A la vez, la linda 
Mirtila..... 
—Calla —interrumpió Lancelot—, he 
adivinado. Podemos formar un segundo - 
silogismo, tan interesante como el prime- 
ro. El noble conde de Valois está enamo- 
rado de Mirtila, prometida de Buridán. 
Sabe ya que el objeto de sus ansias se 
halla en poder de su rival. : 
Suprimimos el rival y entregamos la 
dama al príncipe. Doble golpe, doble 
171 
 
	        
Waiting...

Note to user

Dear user,

In response to current developments in the web technology used by the Goobi viewer, the software no longer supports your browser.

Please use one of the following browsers to display this page correctly.

Thank you.