Full text: Buridán

  
  
  
  
  
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BURIDAN 
—¡La he visto! —repitió Bigorne, con 
entonación más sombría aún.—Y: cosa 
horrible..... monseñor, ¡vos la habéis visto 
también. | 
—¡Yo!—aulló Buridán, que se sentía 
presa de una especie de delirio. 
—¡Vos! —dijo Bigorne.— Madama de 
Dramans, monseñor, vuestramadre, Juan 
Buridán, es la mujer que os esperaba una 
noche a la orilla del Sena..... Es la mu- 
jer que se acercó a: hablaros en la calle 
de Froidmantel..... Es la mujer que des- 
pués os habló al pie del torreón del Lou- 
-——¡Calla! —balbuceó Buridán, loco de 
espanto. 
- —Lo adivino por vuestro rostro des- 
compuesto y por vuestra mirada extra- 
viada—agregó Bigorne—. Habéis com- 
prendido que vuestra madre es la mujer 
que, una noche maldita, os cogió de la 
mano para llevaros a la Torre siniestra en 
donde Margarita de Borgoña os esperaba 
para haceros asesinar! 
Buridán cayó de rodillas, y luego se 
desplomó de espaldas, desvanecido. Bi- 
gorne se inclinó hacia él, y murmuró: 
—¡Pobre muchacho! ¡tan valiente, tan 
bueno, tan leal y tan desgraciado! ¿He 
hecho bien? ¿He hecho mal en hablar? 
¡Dios juzgará! 
A la sazón Buridán estaba solo; Lan- 
celot Bigorne le había cogido entre sus 
brazos y le había bajado a la sala en que 
se hallaban reunidos Felipe, Gualter,Gui- 
llermo y Riquet. A las exclamaciones, a 
las preguntas, respondió Bigorne con una 
breve explicación que había improvisado. 
Todos se apresuraron a prestar a Buridán 
los cuidados necesarios para que reco- 
brase el conocimiento. Cuando vieron 
que abría los ojos y volvía en si, se reti- 
raron, a una seña de Bigorne.... 
Buridán estaba, pues, sol Oñnsoo solo con 
sus pensamientos. 
kej 
OSA extraña; solo pensaba en Mabel 
en sumadre! Su padre estaba a unos, 
cuantos pasos de a!lí y ni siquiera se acor- 
dabade él. Esteacontecimieutoimportan- 
tísimo, que en otras circunstancias hubie- 
se bastado para trastornar su vida (¡ha- 
berse enterado de repente de que el con- 
de de Valois era su padre!); este aconte- 
cimiento, repetimos, desaparecía en me- 
dio de la espantosa confusión que causa- 
ba en sus ideas el otro acontecimiento. 
Tenía madre. Su madre vivía. ¡Y aquella 
madre era la mujer que, según la expre- 
sión de Bigorne, le había cogido de la 
mano para llevarle a la muerte! ¿Qué sen- 
timientos agitaron aquella noche el cora- 
zón del mancebo? ¿Qué pensó? ¿Qué se 
dijo a sí mismo? ¿Qué lamentos dejó esca- 
par aquella alma atormentada? ¿Quién 
puede saberlo? ¡Lo único que podemos 
decir es que había olvidado a Mirtila, y, 
sia embargo, amaba a Mirtila! ¡Había ol- 
vidado a Marigny, y, sin embargo, odiaba 
a Marigny! ¡Había olvidado a la reina, a 
pesar de la terrible intervención que te- 
nía ella.en su vida! ¡Había olvidado al 
rey, y el rey mandaba que le buscasen 
para ahorcarle! ¡Había olvidado a su pa- 
dre, y su padre se llamaba Carlos de 
Valois! ¡Había olvidado en dónde se ha- 
llaba, y sehallabaen la Torre de Nesle!..... 
Si alguien hubiera estado a su lado en 
aquel momento, le hubiese oído balbu- 
cear estas confusas palabras, que tradu- 
cían, sin duda, su único pensamiento, lo 
único que ocupaba en aquel instante su 
alma, su mente y. su corazón. 
—¡Pobre madre! 
Y Bigorne, que no tenía ningún reparo 
en escuchar a las puertas, oyó también 
sollozos, que, según dijo después, le hicie- 
ron estremecer. Cuando Buridán se hubo 
serenado, tras esta larga y dolorosa me: 
ditación, durante la cual debió discutir 
consigo mismo gravísimas cuestiones; 
cuando hubo recobrado poco a poco su 
 
	        
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