OBRAS DE JULIO VERNE
¡Caballero! esclamé encolerizado
ver su castillo? ¿No muy claramente, verdad? ¿qué
quereis? Ese color de borrasca hace oscilar la forma
de los objetos y es necesiria una vista muy pene-
- trante para reconocer las localidades. *
. —¡Estais c-erto que es Darmstadt ?—le pregunté.
gas y estamos á seis leguas de Franc-
- -—Entonces hay que bajar, EA
- -—¡Bajar! No pretendereis descender sobre los
campanarios—dijo el desconocido riéndose.
-—No: pero en las cercanías de la ciudad.
.—Pues entonces huyamos de los campanarios. —
Y al decir esto, mi Compañero se apoderó de uno
- de los sacos de lastre. Me arrojó encima de él, poro |
me derribó, y el globo aligerado subió hasta dos mil
ri DA A E e
+ —Estaos quieto—dijo—y no olvideis que Brioschi,
- Biot, Gay Lusac, Bixio y Barral han ido á mayores
alturas á hacer e perimentos científicos. 4
- Jaballero, es Menes er bajar —repliqué tratando
- dde convencerlo con brenos modos. Se está formando '
una tempestad alrededor de nosotros. No sera pru=
QUO. bs A S
—¡Bah! subiremos mas arriba que ella y no nos
dará cuidado. ¡Qué hermoso es dominar esas nubes
2 amenazan á la tierra! ¿No es una honra navegar
e ese modo sobre las olas aéreas? Los personaj»s
mas encumbrados han viajado como nosotros. La
marquesa y la condesa de Montalembert, la condesa
de Podenas, la señorita La Garde, el marqués de
Mon'alembert partieron desde el arrabal de San An-
tonio hácia estas ignotas playas y el duque de Char--
tres desplegó mucha des reza y presencia de ánimo
en su ascensión de 13 de julio de 1784. En Lyon,
los condes de Laurencin y de Dampierre; en Nantes
M. de Luynes; en Burdeos, d'Arbalet des Granges;
en ltalia, el caballero Andreanih. en nuestros dias
el duque de Brunswik, han dejado en los aires la
huella de su gloria. Para igualar á esos grandes per-
| sonajes es necesario subir mas alte que ellos en las
profundidades celestes. Acercarse al infinito es me ;
prenderla- . : os