LAS INDIAS NEGRAS
mry! ¡Harry! exclamó Jack Ryan precipitándose sobre el enerpo de su compañero.
avisarles cuanto antes. Entonces se asomó por fuera
de la ineseta y gritó con voz esforzada.
—¡Harry Harry!
El eco repitió varias veces el nombre Harry; y por
fin se apagó en las últimas profundidades del pozo.
El jóven volvió á subir rápidamente las escalas
superiores, y volvió á ver la luz del dia. No perdió
un instante. De una tirada llegó á la estacion de Ca-
llender, donde no tuvo que esperar mas que algunos
minutos al tren express de Edimburgo; y á las tres
de oie estaba en casa del Lord preboste de la
capital.
AI le fue tomada la declaracion. Los detalles
precisos ya dió, no permitian sospechar de su ve-
facidad. El presidente del instituto Real no sola-
mente colega, sino amigo de Jacobo Starr, fué ad-
«vertido en seguida; y plis dirigir por sí mismo las
investigaciones que 1
la mina Dochart. Le pusieron á su disposicion va-
rios agentes con lámparas, picos, escalas de cuerda
sin olvidar víveres y cordiales. Despues, guiados por
aná hacerse sín demóra en
el minero, tomaron inmediatamente el camino de
Aberfoyle.
Aquella misma tarde, W. Elphiston, Jack Ryan y
los agentes llegaron á la entrada del pozo Yarow, y
bajaron hasta la escala vigésima séptima, en que el
minero se habia detenido algunas horas antes.
Se bajaron las lámparas atadas á largas cuerdas,
por las profundidades del pozo y se adquirió la cer=
tidumbre de que faltaban las cuatro últimas escalas.
Ya no habia duda ninguna de que la comunicacion
entre el interior y el exterior de la mina habia sido
intencionalmente cortada.
— ¿Qué esperamos, caballero? preguntó el mipa-
ciente Ryan. +
—Esperappos á que se suban las lámparas, res-
ondió Elphiston, Despues bajaremos hasta el fondo
e la mina y tú nos guiarás.... -
—A la choza, dijo Ryan, y si es preciso hasta los
últimos abismos de la mina. e :
Asi que se retiraron las lámparas, los agentes
fijaron á la meseta las escaleras de cuerda, que se de-
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