Full text: Las Indias negras (3,8)

LAS INDIAS NEGRAS. 
hacia algun tiempc estaba ya empleado en los traba- 
jos del interior de la mina. , 
Jacobo Starr y Simon Ford se conocian, y cono- 
ciéndose, se estimaban mútuamente. 
??¡Adíos, Simon! dijo el ingeniero. 
??¡Adios, señor Jacobo! respondió el capataz; ó 
mas bien, dejadme decir: ¡hasta la vista! 
??¡Sí, hasta la vista, Simon! responlió Jacobo 
Starr. ¡Sabeis que tendré un placer en volver á ve- 
ros y en hablar del pasado de nuestra vieja Aber= 
foyle! 
??Ya lo sé, señor Starr. O 
- ??Mi casa de Edimburgo estará siempre abierta 
para vos. 
??¡Está muy lejos Edimburgo! contestó el capataz 
meneando la cabeza. ¡Sí! ¡Muy lejos de la mina 
Dochart! ! 
??¡Lejos, Simon! ¿Pues dónde pensais vivir? 
??Aquí mismo, señor Starr. ¡Nosotros no abando- 
naremos la mina, que es nuestra madre, porque su 
sustancia nos ha alimentado! Mi mujer, mi hijo y 
yo nos arreglaremos como podamos para serle fieles. 
??¡ Adios, pues, Simon! dijo el ingeniero, cuya 
voz, á pesar suyo, demostraba su emocion. 
- ??¡No! os repito, ¡hasta la vista, señor Starr, res= 
pondió el capataz, y no adios! A fé de Simon Ford, 
- Aberfovle volverá á yernos. 
El ingeniero no quiso quitar esta última ilusion al 
capataz. Abrazó al jóven Harry, que le miraba con 
sus grandes ojos conmovidos. Apretó por última vez 
ze mano de Simon Ford, y abandonó definitivamente 
a mina. 
Esto era lo que habia pasado hacia diez años. Pero 
4 pesar del deseo que habia manifestado el capataz 
de volver á verle, Jacobo Starr, no habia vuelto á 
-o1r hablar de él. 
- Habian pasado, pues, diez años de separacion, 
cuando la carta de Simon Ford le invitaba á tomar 
sin dilacion el camino de la antigua mina carboní- 
- Tera de Aberfoyle. 
¡Una noticia que debia imteresarle! ¿Qué seria? 
¡La mina Dochart! ¡El foso Yarow! ¡Qué recuer-. 
dos traian á su imaginacion estos nombres! ¡Sí! ¡El 
- buen tiempo del trabajo, de la lucha; el mejor tiempo 
de su vida de ingeniero! 
- Jacobo Starr no hacia mas que leer la carta. La 
daba vueltas en todas direcciones. Sentia que Simon 
Ford no hubiese añadido siquiera un renglon mas. ' 
Le culpaba de haber sido muy lacónico. 
¿Era posible que el antiguo capataz hubiese des- 
cubierto algun nuevo filon que explotar? ??¡No! 
Jacobo Starr recordaba el minucioso cuidado con 
le, antes de cesar definitivamente los trabajos. - 
- El mismo habia hecho las últimas calicatas sin 
encontrar ningun nuevo depósito en aquel suelo 
arruinado por una explotacion excesiva. Se habia 
tratado hasta de buscar el terreno carbonífero bajo 
las capas, que son siempre mas inferiores, como el 
gres (1) rojo devoniano; pero sin resultado. 
Jacobo Starr habia, pues, abandonado la mina 
con la absoluta conviccion de que ya no poseia un 
átomo de combustible. No! A 
??¡No, se decia, no! ¿Cómo creer que lo que se 
haya podido escapar á mis investigaciones, lo habrá 
podido encontrar Simon Ford? ¡ Y sin embargo, mi 
??antiguo capataz debe saber muy bien que solo una 
cosa en el mundo puede interesarme! ¡Y esta invi- 
tacion que debo 
Los grés que se encuentran en los terrenos primarios son 
unidas gencralménte por un cemento calizo. Aunque los 
logos españoles suelen llamar arenisca á estas capas de la cor= 
no la palabra grés se usa demasiado para prescindir 
que habian sido exploradas las entrañas de Aberfoy- | 
y 
Jacobo Starr venta siempre á parar á lo mismo. 
Por otra parte, el ingeniero tenia á Simon Ford 
por un hábil minero, dotado particularmente del ins- 
tinto del oficio. No le habia vuelto á ver, desde que 
había sido abandonada la explotacion de Aberfoyle, 
y hasta ignoraba qué habia sido del pobre ap per 
No podia decir en qué se ocupaba, ni siquiera dónde 
vivia con su mujer y su hijo. Todo lo que sabia era 
que le daba una cita en el pozo Yarow; y que Har- 
ry, el hijo de Simon Ford le esperaba en la estacion 
de Callander todo el dia siguiente. Se trataba, pues, 
sin duda de visitar la mina Dochart. 
??¡Iré, iró! se decia Jacobo Starr, que sentia cre- 
cer su excitacion á medida que avanzaba el tiempo. 
Este digno ingeniero pertenecia á esa categoría de 
personas apasionadas, cuyo cerebro está siempre en 
ebullicion, camo una vasija de agua colocada sobre 
una llama ardiente. Hay vasijas de estas en que las 
ideas cuecen á borbotones y otras en que se evapo- 
ran pacíficamente. Aquel dia, las ideas de Jacobo 
Starr, estaban en completa ebullicion. 
Pero en estos momentos sucedió un incidente 
inesperado, que fue la gota de agua fria destinada á 
regrda instantáneamente la condensacion de todos 
os vapores de aquel cerebro. | 
En efecto, á las seis de la tarde, por el tercer 
correo, el criado de Jacobo Starr le llevó una nueva 
carta. y 
Esta carta estaba encerrada en un sobre grosero, 
cuyo sobre-escrito indicaba una mano poco amaes- 
trada en el manejo de la pluma. 
-Jocobo Starr-rompió el sobre. No contenta mas 
que un pedazo de papel, que amarilleaba de viejo, y 
ue parecia haber sido arrancado de algun cuaderno 
uera ya de uso. co 
- En este papel no habia mas que una frase, que 
decia así: i 
??«Es inútil que el ingeniero Jacobo Starr, se 
ponga en camino;?? la carta de Simon Ford ya no 
tiene objeto.» 
: Y notenia firma. 
CAPITULO UL. 
POR EL CAMINO. 
Todas las 1deas de Jacobo Starr se detuvieron 
bruscamente, cuando leyó esta segunda carta, con= 
tradictoria con la primera. ] 
- ??¿Qué quiere decir esto? se preguntó | 
Jacobo Starr volvió á coger el sobre, medio roto. 
Llevaba, lo mismo que el otro, el sello de la admi= 
nistracion de Correos de Aberfoyle. Venia, pues, del 
mismo punto del condado de Stirling. No era, evi- 
dentemente, el mismo minero el q la habia escri 
to; pero evidentemente tambien el de esta 
¡gunda carta conocia el secreto del capataz, puesto 
| que invalidaba la invitacion dirigida al ingeniero 
para acudir al pozo Yarow. A LO 
- ¿Seria, pues, exacto que la primera carta no tu- 
viese ya objeto? ¿Se querria impedir á Jacobo Starr 
que se pusiese en camino, útil ó inútilmente? ¿No 
habria una manévola intencion que tuviera por ob= . 
jeto destruir los proyectos de Simon Ford? 
Esto fue lo que pensó Jacobo Starr despues de 
una madura reflexion. La contradiccion que existia 
[ est | entre las dos cartas, no consiguió sino avivar su de- 
guardar en secreto, para ir á la 
seo de irá la mina Dochart. Pox otra parte, sien 
todo esto no habia mas que una mustificacion, mas 
valia asegurarse de ello. E E 
Pero le parecia que convenia dar más crédito á la. 
primera carta que á la segunda, es decir, á la pe- 
" E 
  
ticion de un hombre como Simon Ford, que al aviso 
de su contradictorio anónimo. 
  
autor de esta se=
	        
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