Full text: Los amotinados de la Bounty (4,6)

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OBRAS DE JULIO VERNR, 
escena que asaba de pasar en Tofoa se renovará, es- | Bligh; seria una locura. ¡No hemos andado todavía 
; | i 
] 
toY. seguro, en Yonga-Tabú, y en cualquier otra 
parte donde queramos entrar. En pequeño número, 
sin armas de fuego, estaremos absolutamente á mer- 
ced de los indígenas, Privados de objetos de tráfico, 
no podemos comprar víveres y nos es imposible to- 
marlos. Estamos, pues, reducidos á nuestros propios 
recursos y ya sabeis, lo mismo que yo, cuán escasos 
y miserables son. ¿Pero no vale mas contentarse con 
ellos que arriesgar á cada desembarco la vida de al- 
guno de nostros? Sin embargo, no quiero disimula 
ros en nada el horror de nuestra situacion. Para lle- 
gar á Timor tenemos que andar cerca de 1,200 le- 
guas, y será necesario contentarnos con una onza de 
0 por dia, y medio cuartillo de agua. Solamente 
este precio nos salvaremos; y eslo todavía con la 
condicion de que encuentre en vosotros la obedien- 
cia mas completa. Respondedme con toda franqueza: 
¿Consentís en intentar la empresa? ¿Jurais obedecer 
mis órdenes, cualesquiera que sean ?* ¿Prometeis so- 
meteros sin murmurar á estas privaciones? 
—Sí, sí, lo juramos; esclamaron á una voz los 
compañeros de Bligh. : 
— Amigos mios, dijo el capitan; es preciso tambien 
olvidar nuestros recíprocos agravios, nuestras anti- 
—patías y nuestros ódivs;- sacrificar, en una palabra, 
nuestros resentimientos personales al interés comun, 
único que debe guiarnos ahora. 
—Lo prometemos. 
—Si cumplís vuestra palabra, añadió Bligh, y en 
caso de necesidad yo sabré obligar á quien quiera 
faltar á ella, respondo de la salvacion de todos, 
Tomaron entonces el rumbo hácia el O. N. O. El 
viento, que era bastante fuerte, se hizo tempes- 
- tuoso en la noche del 4 de mayo Las olas engruesa- 
ron tanto, que la embarcacion. desaparecia entre 
ellas y parecia no poder levantarse. El peligro se 
- aumentaba á cada momento. Los desgraciados tripu- | 
lantes, empapados en agua y medio helados, no tu= 
vieron aquel dia para confortar sus estómagos mas 
que una copa de ron y la cuarta parte del fruto de 
un árbol de pan medio podrido. 
Ml dia siguiente y los dias sucesivos la situacion 
no cambió. La embarcacion pasó entre islas innume- 
rables, de las cuales salieron algunas piraguas. 
¿Era pi darles caza, Ó para ofrecerles algunos 
- objetos de tráfico? Er : 
En la duda, hubiera sido imprudente detenerse. 
Por eso la chalupa, con las velas hinchadas por un 
buen viento, las dejó en breve á larga distancia. 
El 9 de mayo estalló una tempestad horrible, su= 
cediéndose los relámpagos y los truenos sin interrup- 
cion. La lluvia caía con una fuerza de que no pueden 
dar idea las mas violentas tempestades de nuestros 
climas. Era imposibie secar las ropas; Bligh, enton— 
ces, tuvo la idea de empaparlas en el agua del mar é 
impregnarlas de sal á lin de traer á la piel un poco 
del calor que suscitaba la lluvia. Sin embargo, aque- 
llas lluvias torrenciales, que causaron tantos pade- 
- cimientos al capitan y á sus compañeros, les evitaron 
otro tormento todavía mas horrible, el de la sed; 
Aormento 
en breve. 0 
El 17 de mayo por la mañana, á consecuencia de 
otra gran tormenta, las lamentaciones fueron uná- 
nimes. ' isis cn 
-_ —No tendremos fuerzas para llegar á la Nueva- 
Holanda, esclamaron los desdichados. Empayados en | 
agua, muertos de cansancio, no tendremos un ma- 
mento de reposo. Estamos exánimes á causa del ham- 
_bre;,¿no aumentará usted nuestras raciones capitan? 
Poco importa qu» se acaben los víveres, Facilmen- 
le podremos reemplazarlos al llegar á la Nueva- 
1 : 
No se puede aumentar la racion, respondió 
>. 
que un calor insostenible habría provocado 
  
la mitad del camino que nos separa de la Australia y 
ya están ustedes desanimados! ¿Creen, por otra par- 
te, encontrar fácilmente víveres en la costa de Nue- 
va-llolanda? No conocen ustedes el país ni sus habi- 
tantes, : 
Bligh pintó entonces á grandes rasgos la natu- 
ralcza del suelo, las costumbres de los indígenas, lá 
poco que habia que fiar en su buena acogida , cosas 
todas que su viaje á las órdenes del capitan Cook le 
habian dado 4 conocer. Por esta vez sus desgraciados 
compañeros le escucharon y guardaron silencio. 
Los quince dias siguientes fueron regocijados por 
un claro sol que permitió secar. las ropas. El 27 pa- 
saron las rompientes que rodean la costa oriental de 
la Nueva-Holanda. El mar estaba tranquilo detrás de 
aquel cinturon madrepórico , y algunas islas de ve- 
getacion exótica alegraban las miradas de todos. 
Desembarcaron adelantándose con grandes pre= 
cauciones. No encontraron mas señales de habitacion 
que antiguos sitios donde se habian hecho hogueras; 
era, pues, posible pasar una buena noche en tierra. 
Pero sobre todo era necesario comer; y por fortuna 
un marinero descubrió un banco de ostras, que fue 
un verdadero regalo. ] : 
A la mañana siguiente Bligh encontró en la cha-- 
lupa un cristal de aumento, un eslabon y azufre, con 
lo cual pudo proporcionarse fuego para cocer algu- 
na pieza de pesca. 
Entonces le ocurrió dividir su tripulación en tres 
escuadras: una para poner en órden la embarcacion - 
y las otras dos para ir en busca de víveres. Perú va- 
rios de los tripulantes se quejaron con amargura, 
declarando que preferian pasarse sin comer á espo-. 
nerse penetrando en el interior del país. de 
Uno de ellos , mas violento 6 mas debilitado que 
sus compañeros llegó hasta decir al capitan : e 
—Un hombre vale tanto como otro, y yo no veo 
por qué usted ha de estar sin hacer nada siempre * 
| descansando. Si tiene usted hambre, vaya usted á 
  
hinc 
buscar que comer. Para lo 
puedo reemplazarle. EA 
Bligh, comprendiendo que aquel espíritu de motin 
que usted hace aquí, yo 
«debia ser corregido inmediatamente, tomó un ma= 
chete, y arrojando otro á los pies del rebelde, grito: 
—Defiéndete Ó te mato como un perro. l 
. . 
Aquella actitud enérgica contuvo el motin en su 
orígen y el descontento general se calmó. 
Durante aquella recalada la tripulacion de la cha- 
lupa recogió abundantemente ostras, peines, especie 
de moluscos, y agua dules, - 
Un poco mas lejos, en el estrecho de Endeavour, 
de los dos destacamentos enviados en busca de tor= 
tugas y de nodis (especie de aves marinas), el pri=- 
mero volyió con las manos vacías; pero: el segundo - 
llevó seis nodis y hubiera tomado mas si la obstina- 
cion de uno de los cazadores que se habia apartado. 
_de.sus compañeros no hubiera asustado á las aves. 
Aquel hombre confesó despues que se habia apode- 
rado de nueve de aquellos volátiles y se los habla co- 
mido crudos inmediatamente. ES 
-Siní los víveres y el agua dulce que acababan de 
encontrar en la costa de la Nueva-Holanda, es segu- 
ro que Bligh y sus compañeros habrian perecido. Por 
lo demás, todos estaban en un estado dep!orabl»: fla- 
cos, escuálidos, cansados, parecian verdaderos ca= 
dáveres. A q 
- El viaje por mar hasta llegar á Timor no fue mas. 
que la dolorosa repeticion de los tormentos ya enume- 
Tados y sufridos por aquellos desdichados antes de lle- 
gar á las costas de la Nueva Holanda: solo que la fuer: . 
za de la resistencia se habia disminuido en todos sim 
cepo: Al cabo dealgunos dias sus piernas estaban 
tadas; y en aquel estado de debilidad estrema 
se veian acometidos de un sueño casi contínuo. Es- 
 
	        
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