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OBRAS DE JULIO VERNR,
escena que asaba de pasar en Tofoa se renovará, es- | Bligh; seria una locura. ¡No hemos andado todavía
; | i
]
toY. seguro, en Yonga-Tabú, y en cualquier otra
parte donde queramos entrar. En pequeño número,
sin armas de fuego, estaremos absolutamente á mer-
ced de los indígenas, Privados de objetos de tráfico,
no podemos comprar víveres y nos es imposible to-
marlos. Estamos, pues, reducidos á nuestros propios
recursos y ya sabeis, lo mismo que yo, cuán escasos
y miserables son. ¿Pero no vale mas contentarse con
ellos que arriesgar á cada desembarco la vida de al-
guno de nostros? Sin embargo, no quiero disimula
ros en nada el horror de nuestra situacion. Para lle-
gar á Timor tenemos que andar cerca de 1,200 le-
guas, y será necesario contentarnos con una onza de
0 por dia, y medio cuartillo de agua. Solamente
este precio nos salvaremos; y eslo todavía con la
condicion de que encuentre en vosotros la obedien-
cia mas completa. Respondedme con toda franqueza:
¿Consentís en intentar la empresa? ¿Jurais obedecer
mis órdenes, cualesquiera que sean ?* ¿Prometeis so-
meteros sin murmurar á estas privaciones?
—Sí, sí, lo juramos; esclamaron á una voz los
compañeros de Bligh. :
— Amigos mios, dijo el capitan; es preciso tambien
olvidar nuestros recíprocos agravios, nuestras anti-
—patías y nuestros ódivs;- sacrificar, en una palabra,
nuestros resentimientos personales al interés comun,
único que debe guiarnos ahora.
—Lo prometemos.
—Si cumplís vuestra palabra, añadió Bligh, y en
caso de necesidad yo sabré obligar á quien quiera
faltar á ella, respondo de la salvacion de todos,
Tomaron entonces el rumbo hácia el O. N. O. El
viento, que era bastante fuerte, se hizo tempes-
- tuoso en la noche del 4 de mayo Las olas engruesa-
ron tanto, que la embarcacion. desaparecia entre
ellas y parecia no poder levantarse. El peligro se
- aumentaba á cada momento. Los desgraciados tripu- |
lantes, empapados en agua y medio helados, no tu=
vieron aquel dia para confortar sus estómagos mas
que una copa de ron y la cuarta parte del fruto de
un árbol de pan medio podrido.
Ml dia siguiente y los dias sucesivos la situacion
no cambió. La embarcacion pasó entre islas innume-
rables, de las cuales salieron algunas piraguas.
¿Era pi darles caza, Ó para ofrecerles algunos
- objetos de tráfico? Er :
En la duda, hubiera sido imprudente detenerse.
Por eso la chalupa, con las velas hinchadas por un
buen viento, las dejó en breve á larga distancia.
El 9 de mayo estalló una tempestad horrible, su=
cediéndose los relámpagos y los truenos sin interrup-
cion. La lluvia caía con una fuerza de que no pueden
dar idea las mas violentas tempestades de nuestros
climas. Era imposibie secar las ropas; Bligh, enton—
ces, tuvo la idea de empaparlas en el agua del mar é
impregnarlas de sal á lin de traer á la piel un poco
del calor que suscitaba la lluvia. Sin embargo, aque-
llas lluvias torrenciales, que causaron tantos pade-
- cimientos al capitan y á sus compañeros, les evitaron
otro tormento todavía mas horrible, el de la sed;
Aormento
en breve. 0
El 17 de mayo por la mañana, á consecuencia de
otra gran tormenta, las lamentaciones fueron uná-
nimes. ' isis cn
-_ —No tendremos fuerzas para llegar á la Nueva-
Holanda, esclamaron los desdichados. Empayados en |
agua, muertos de cansancio, no tendremos un ma-
mento de reposo. Estamos exánimes á causa del ham-
_bre;,¿no aumentará usted nuestras raciones capitan?
Poco importa qu» se acaben los víveres, Facilmen-
le podremos reemplazarlos al llegar á la Nueva-
1 :
No se puede aumentar la racion, respondió
>.
que un calor insostenible habría provocado
la mitad del camino que nos separa de la Australia y
ya están ustedes desanimados! ¿Creen, por otra par-
te, encontrar fácilmente víveres en la costa de Nue-
va-llolanda? No conocen ustedes el país ni sus habi-
tantes, :
Bligh pintó entonces á grandes rasgos la natu-
ralcza del suelo, las costumbres de los indígenas, lá
poco que habia que fiar en su buena acogida , cosas
todas que su viaje á las órdenes del capitan Cook le
habian dado 4 conocer. Por esta vez sus desgraciados
compañeros le escucharon y guardaron silencio.
Los quince dias siguientes fueron regocijados por
un claro sol que permitió secar. las ropas. El 27 pa-
saron las rompientes que rodean la costa oriental de
la Nueva-Holanda. El mar estaba tranquilo detrás de
aquel cinturon madrepórico , y algunas islas de ve-
getacion exótica alegraban las miradas de todos.
Desembarcaron adelantándose con grandes pre=
cauciones. No encontraron mas señales de habitacion
que antiguos sitios donde se habian hecho hogueras;
era, pues, posible pasar una buena noche en tierra.
Pero sobre todo era necesario comer; y por fortuna
un marinero descubrió un banco de ostras, que fue
un verdadero regalo. ] :
A la mañana siguiente Bligh encontró en la cha--
lupa un cristal de aumento, un eslabon y azufre, con
lo cual pudo proporcionarse fuego para cocer algu-
na pieza de pesca.
Entonces le ocurrió dividir su tripulación en tres
escuadras: una para poner en órden la embarcacion -
y las otras dos para ir en busca de víveres. Perú va-
rios de los tripulantes se quejaron con amargura,
declarando que preferian pasarse sin comer á espo-.
nerse penetrando en el interior del país. de
Uno de ellos , mas violento 6 mas debilitado que
sus compañeros llegó hasta decir al capitan : e
—Un hombre vale tanto como otro, y yo no veo
por qué usted ha de estar sin hacer nada siempre *
| descansando. Si tiene usted hambre, vaya usted á
hinc
buscar que comer. Para lo
puedo reemplazarle. EA
Bligh, comprendiendo que aquel espíritu de motin
que usted hace aquí, yo
«debia ser corregido inmediatamente, tomó un ma=
chete, y arrojando otro á los pies del rebelde, grito:
—Defiéndete Ó te mato como un perro. l
. .
Aquella actitud enérgica contuvo el motin en su
orígen y el descontento general se calmó.
Durante aquella recalada la tripulacion de la cha-
lupa recogió abundantemente ostras, peines, especie
de moluscos, y agua dules, -
Un poco mas lejos, en el estrecho de Endeavour,
de los dos destacamentos enviados en busca de tor=
tugas y de nodis (especie de aves marinas), el pri=-
mero volyió con las manos vacías; pero: el segundo -
llevó seis nodis y hubiera tomado mas si la obstina-
cion de uno de los cazadores que se habia apartado.
_de.sus compañeros no hubiera asustado á las aves.
Aquel hombre confesó despues que se habia apode-
rado de nueve de aquellos volátiles y se los habla co-
mido crudos inmediatamente. ES
-Siní los víveres y el agua dulce que acababan de
encontrar en la costa de la Nueva-Holanda, es segu-
ro que Bligh y sus compañeros habrian perecido. Por
lo demás, todos estaban en un estado dep!orabl»: fla-
cos, escuálidos, cansados, parecian verdaderos ca=
dáveres. A q
- El viaje por mar hasta llegar á Timor no fue mas.
que la dolorosa repeticion de los tormentos ya enume-
Tados y sufridos por aquellos desdichados antes de lle-
gar á las costas de la Nueva Holanda: solo que la fuer: .
za de la resistencia se habia disminuido en todos sim
cepo: Al cabo dealgunos dias sus piernas estaban
tadas; y en aquel estado de debilidad estrema
se veian acometidos de un sueño casi contínuo. Es-